Entre 1979 y 2015 rigió en China la política del “hijo único”. Cada familia debían de tener solo un hijo. Y lo digo en masculino porque se privilegió el nacimiento de niños sobre el de niñas, para lo que se practicaron abortos selectivos y se abandonaron a miles de bebés que fueron llevados a orfanatos, albergues infantiles y dados en adopción internacional. Por años, los estudios sugirieron que el número de niñas desaparecidas en dicha etapa oscilaba entre los 30 y los 60 millones. Estudios actuales sugieren que esa cifra sería en realidad de 15 millones. Sean 15, 30 o 60, nacer mujer se convirtió en razón para no existir de millones de niñas en China.
Según cifras de UNICEF, más de 125 millones de niñas y mujeres vivas, procedentes de 29 países de África y el Oriente Medio, han sufrido algún tipo de mutilación/ablación genital y otros 30 millones de niñas corren el riesgo de ser víctimas de esta práctica inútil, costosa y peligrosa para su salud.
Más de 500 millones de mujeres alrededor del mundo en capacidad de menstruar no pueden acceder a productos de salud menstrual, según estudios del Banco Mundial. La menstruación nos llega a las mujeres alrededor de los 12 años y termina alrededor de los 50. Son 38 años de menstruación en promedio y los productos de salud menstrual tienen un costo elevado, no es accesible para todas, y no suelen ser incluidos en los kits de emergencias.
Un estudio realizado en Argentina en 2018 por Spring Professional, del Grupo Adecco, entre 100 ejecutivos de mandos medios y altos, señaló que 8 de cada 10 ejecutivos cree que la maternidad es vista como un obstáculo en el desarrollo de carrera de la mujer. Y 6 de cada 10 admiten que la brecha salarial por cuestiones de género es una realidad. Data de GenderLab Perú, producto de una encuesta realizada a cinco mil personas en 2020, muestra que un 20% considera que la renovación del contrato de trabajo se pone en riesgo con la maternidad y el 35% piensa que una mujer embarazada o que es madre no tiene las mismas oportunidades para ascender.
Según el informe del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) “Brechas de Género, 2022″, la brecha salarial en el Perú muestra que las mujeres ganan 27.4% menos que los hombres y además, trabajan un tiempo mayor en comparación a los hombres. Además, un estudio realizado por Centrum PUCP evidenció que las peruanas dedican el 38% de su tiempo a realizar actividades productivas no remuneradas, mientras que los varones solo le dedican un 24% de su tiempo. Una consecuencia directa de ello es que, en el mundo, por cada 100 hombres viviendo en hogares pobres en la región, hay 118 mujeres en dicha situación. Así lo señala un informe de CEPAL del año 2022.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), señala que, en temas de salud mental, la depresión es aproximadamente un 50% más frecuente entre las mujeres que entre los hombres.
De los 4599 feminicidios, registrados en América Latina y el Caribe durante 2023, el 41% de ellos (1893) fueron cometidos por la pareja o ex-pareja de la víctima. La mayoría de las víctimas tenían entre 25 y 36 años (27%). La más joven tenía menos de un año y la más adulta 91 años.
El 8 de marzo de 1908 murieron 129 mujeres en un incendio en una fábrica de Nueva York, en Estados Unidos. Esas mujeres se habían declarado en huelga, tomaron su lugar de trabajo y fueron encerradas ahí por sus empleadores. No pudieron escapar cuando empezó el incendio.
No tengo nada entre quienes agradecen las rosas y chocolates que reciben en el Día Internacional de la Mujer, cada 8 de marzo. Lo triste y hasta trágico es que esas rosas y chocolates y mensajes que aluden a que somos la creación más hermosa de Dios sobre la tierra, escondan una realidad triste, injusta y que daña a las mujeres de más de una forma en la autoestima, la dignidad y en su proyecto vital, cambiándolo y hasta cancelándolo.
Pero pedir igualdad es exagerar y pedir justicia es victimizarnos, ¿no?.
Katherine Subirana Abanto es periodista.