Lo único realmente indiscutible de la encuesta de hoy viene ya en la portada de La República:
Por regla general, los periodistas no sabemos leer encuestas. O quizás preferimos no saber: es más sexy decir «Verónika sube dos puntos en el sur» que ponernos a hablar de márgenes de error, niveles de representatividad y diferencias metodológicas.
Pero, siendo justos, lo único que un lector casual necesita saber es eso: que la cosa estará entre esos seis. No hay más. Lo mismo, por cierto, dijo la encuesta de CPI hace unos días:
Ciertamente, IEP y CPI difieren en orden, cifras y tendencias (aquí es justo cuando tendríamos que hablar de márgenes de error, niveles de representatividad y diferencias metodológicas). Pero el resultado, a fin de cuentas, es el mismo:
Uno de ellos seis será presidente.
Sobre cada candidato se puede decir algunas cosas, viendo el detalle de ambas encuestas (y no diferencias de uno o dos o tres puntos que no significan nada: regresemos a las clases de estadística).
– Lescano –que parecía invulnerable– evidencia un leve desgaste. Hay una grieta que los demás están obligados a acentuar en las dos semanas que quedan. A ninguno le conviene pasar con él a segunda vuelta. A Acción Popular no los une nada salvo la angurria y pocas cosas serán más tentadoras que la perspectiva de volver al poder. Ya lo vimos cuando pusieron a Merino.
– Se acabó el fenómeno López Aliaga. Su crecimiento –en buena parte inflado por su ejército de bots online– ha llegado a su tope y a partir de aquí todo es cuesta abajo. Si tiene mucha suerte se estabilizará en un 7% de votos emitidos en el resultado final. El problema será, a partir de ahora, su bancada, repleta de fanáticos e improvisados.
– Efecto debate: Mendoza. Ella y De Soto están estancados en CPI y despegan en IEP. En el caso de Vero, como efecto del domingo anterior: su buena performance en el debate podría ser un factor. También hay un grupo pequeño centrista que ha terminado de abandonar el Titanic Morado. De todas formas, IEP siempre tiende a inflar al votante de Mendoza. Pronóstico reservado hasta que hable Ipsos, dentro de una semana.
– La cosecha de De Soto. El descalabro de RLA ante Mónica Delta le ha servido a PPK2, que se ha vuelto un genuino influencer digital. A diferencia del candidato ex-amarillo, el fenómeno online HDS parece legítimo, no inflado desde el comando de campaña (a menos que Chibolín –asesor desembozado del candidato de lujo– también haya entrado al terreno digital, que no parece ser el caso). Eso sí: el IEP no ha tenido tiempo de medir todo el efecto del vacunagate personal de De Soto
– El caso de Forsyth es notable: su apoyo en el C/D permanece inalterable, además de su respaldo en la Amazonía, donde le quita votos a Lescano. Como hemos reportado en La Encerrona, el gobernador de Loreto, Elisbán Ochoa, pertenece al partido del pastor Lay –el vientre de alquiler del pelotero– y se la está jugando entera por su candidato.
– El estancamiento de Keiko . Mala noticia para ella: el único candidato al que, siendo realistas, podría ganarle en una segunda vuelta –López Aliaga– se ha venido abajo. La perspectiva de Fujimori, en ambas vueltas, es fatal. Así como lo único que consiguió Marco Arana en el 2016 fue impedir que la izquierda llegue a segunda vuelta, es posible que ese sea el rol de Keiko hoy: robar votos que HDS o RLA necesitarían para tener a alguien de la derecha más orgánica en segunda vuelta.
Salvo un cataclismo: estos son, aquí están.
Uno de ellos será presidente este año.
Aunque quizás ya no lo sean el próximo año, teniendo en cuenta lo fragmentado que será el parlamento.
Por eso es que ha llegado la hora de decidir. No por uno de ellos. No. Ha llegado la hora de decidir estratégicamente. Y el voto estratégico es el del Congreso. El voto presidencial no decide la valla. La valla se decide en función a los votos al Parlamento. Y la valla es importante.
Si mucha gente vicia el voto para el Congreso o lo deja en blanco, bajará la valla.
Mientras más baja la valla, más partidos entrarán al Congreso.
Mientras más partidos en el Congreso, más complicado negociar con cada uno desde el Ejecutivo.
Nuevamente entraríamos en la tentación de disolver al Congreso antes de que me vaquen. O al revés.
Nuevamente entraríamos en el ciclo 2016 – 2021: caos, boicot, inestabilidad.
Esta columna no es una columna para ayudarte a decidir tu voto presidencial. Es una columna para que pienses a qué partido le darás tu voto al Congreso.
Sí, partido. El voto preferencial es una ilusión.
Piensa en qué partido tendrá una bancada que apuntale la estabilidad: ya sea porque tiene muchas posibilidades de convertirse en la bancada oficialista o porque confías en que no entrará en complots vacadores. Por ese partido tienes que votar al Congreso.
Después de todo, es casi seguro que uno de estos seis llegará al 28 de julio del 2021. Pero, si los indecisos siguen indecisos, ninguno llegará al 2026.