Disculparán el ombliguismo de hoy. Pero la Feria Internacional del Libro online se acaba hoy. Y eso significa que tienes HASTA HOY para comprar el libro de La Encerrona con descuento si haces click aquí.
Por eso esta columna será de libre acceso, por esta única vez, para todos: patreons o no. Para que tengan la oportunidad de hacer clic allí arriba.
Y también será de libre acceso por otro motivo. Ayer, María Fernanda Castillo, la gerente editorial de Planeta Perú, y yo presentamos el libro en una transmisión de la FIL. La conversación me encantó (vayan a verla), pero el tiempo se hizo corto como para responder todas las preguntas del público. Y creo que varias merecen ser atendidas. Así que utilizaré este espacio, hoy, para responder algunas.
Esa es la otra razón por la que esta calumnia dominical especial será de libre acceso: porque me gustaría que esas personas (¡no tuve tiempo ni de apuntar sus nombres!) puedan leer las respuestas que no tuvimos tiempo de dar ayer. Empecemos.
(Las imágenes no corresponden a los autores de las preguntas. Son solo fotografías bonitas de gente generosa que compartió el libro en sus redes).
¿Cómo es analizar la situación actual, el contexto y su problemática desde la distancia? ¿ Tienes el temor o la duda de ser impreciso o poco justo? ¿Cómo lidias con eso?
Es imposible ser infalible. Eso para empezar. Por tanto, lo primero, creo, consiste en perder el miedo a rectificar. A veces me alucina cómo muchos colegas míos se entercan en tratar de voltear la tortilla cuando es evidente que han metido la pata. Recurren a algún matiz o un pretendido as bajo la manga para no tener que aceptar que fueron imprecisos. Y no, pues. Hay que asumir. Yo ya perdí la cuenta de cuántas veces he rectificado en el programa. A veces, el error original no es mío: vino del medio que reboté. Otras, no hice todo lo que tuve que hacer o me dejé llevar por una presunción o simplemente me enredé y transmití algo que no era lo que realmente quise decir. No pasa nada. Se aclara al día siguiente y listo.
Como es evidente, lo ideal es que esto no suceda seguido. De hecho, por suerte, no es algo que haya ocurrido en el programa cada semana, ni siquiera cada mes. La idea es que seguir determinados protocolos (ahora que la palabrita está de moda) para minimizar al máximo el riesgo de meter al pata. El hecho de no tenerle miedo a rectificar no implica que pueda a salir a decir lo primero que se me ocurra y, listo, mágicamente al día siguiente me desdigo y ya. Tampoco tampoco. Qué fácil.
Pero, a veces, el apuro gana. Otras, el cansancio. O el ego. Uno es humano. Y, creo, la mejor arma es transparentar esa humanidad, esa falibilidad, pero también hay que transparentar el esfuerzo diario de tratar de hacer lo mejor posible la chamba y que el público sepa que cualquier error que se cometa jamás responderá a un afán por manipular, ocultar o alterar la verdad.
¿Cómo hiciste para ordenarte y tener un registro diario de todas las noticias? ¿Es muy difícil hacer acopio de información del Perú? Aún conociendo que tienes un equipo de trabajo que te apoya desde Perú.
El equipo es Romina Badoino, que ahora trabaja conmigo gracias a todos los que apoyan este proyecto en Patreon, Yape y YouTube. Ella me ha permitido enfocarme más en las noticias locales, contrastar informaciones con los implicados directos y calibrar el talante de la calle.
Pero, si compran el libro, verán que las primeras semanas no siempre fue así. Parte de la idea inicial era que la pandemia estaba afectando a todos los países, por lo que mucha información que yo consumía en la prensa internacional era aplicable al Perú. Los consejos para la cuarentena iniciales salieron, casi todos, de medios extranjeros. Y también, muchos de los temas del primer bloque (que supuestamente es de opinión, aunque en mi cabeza se llama «El Relato del Día»), en esos primeros días, eran tomados de discusiones planteadas en el Financial Times o El País o The Economist o Le Monde; en revistas científicas como Nature o Science Magazine, o en podcasts como The Daily.
Creo que esto marcó, en parte, la buena recepción inicial del podcast: se planteaban temas distintos a los de la agenda massmediática. Pero, conforme la pandemia en el Perú empezó a tomar su propio cariz, la prensa extranjera dejó de funcionar tanto como insumo. Todavía es parte importante de la construcción del programa, por supuesto, pero pronto esa trampita con la que yo armé los primeros programas ya no me servía.
Por ejemplo: ¿Cómo demonios abordar medidas que no tenían antecedentes como las salidas por género? El único otro país que lo había intentada, antes que el Perú, fue Panamá. Ninguno de los medios internacionales de referencia tenía información para darme al respecto. Otro: ¿Cómo explicar la escasez de oxígeno? Otra particularidad peruana; un escándalo que no había ocurrido en ningún otro país (meses después empezaría a ocurrir también en África, donde también mandan las mismas empresas que monopolizan el oxígeno en el Perú). No existía ningún referente internacional para explicar esta situación.
Por suerte, para entonces el podcast ya tenía público suficiente como para haber llamado la atención de viejos amigos y de nuevos seguidores, que empezaron a enviarme datos de la situación peruana, más allá de los que aparecen en los medios accesibles por Internet. Y así es como logro, a veces, equilibrar lo que leo en la prensa extranjera con lo que dice la peruana y con un poco de información propia.
¿Cómo surge el segmento de anuncios de emprendimientos, acciones solidarias etc.?
Aquí la respuesta es similar a la anterior. La sección de Consejos para la Cuarentena (el tercer bloque del programa) también había llegado a un límite. Casi toda la información para ella era tomada de medios internacionales pero, honestamente, en un país con 70% de informalidad se puede hablar, un poco, de los problemas del teletrabajo, sí, pero no todos los días. En un país en el que la gente ya no cumplía con el confinamiento porque tenía que trabajar, pues no tenía mucho sentido insistir cada día con consejos para la gente que no ha visto a otro ser humano en meses. Había que empezar a virar el timón de esa sección.
Por otro lado, el sector Cultura se encontraba absolutamente a la deriva. Y si no hubiese sido por Richard Swing –que forzó un cambio de ministros– probablemente seguiríamos así. Así que empecé con los miércoles culturales. Pero a las pocas semanas se hizo patente que había mucha gente fuera del ámbito de la industria cultural que también se estaba reinventando. Los viernes para ellos. Y también muchas iniciativas solidarias, de todo tipo, que no tenían la difusión necesaria. Empecemos la semana con el voluntariado y el activismo.
De esta forma resolví el problema de tener cada vez menos material para los consejos y, a la vez, poder aportar una ayuda a la gente con problemas el país económicamente más golpeado por la pandemia. Lo que es realmente emocionante es que, al parecer, estos segmentos funcionan muy bien. Muchos de los que aparecen en esos cherrys han escrito para contar, casi sin creérselo, que el día que aparecieron en La Encerrona tuvieron un subidón de ventas o donaciones. En algún caso, el influjo de gente enviada por el programa fue lo que les permitió continuar sus actividades.
¿Qué sintió cuando le dijeron que ya no iba a salir más —como invitado—en Latina por órdenes de ⬆️⬆️⬆️⬆️ (arriba)…? ¿Si tu programa estuviera en televisión abierta, en qué canal no te molestaría tanto que lo transmitan?
Aquí hay que poner un poco de contexto. A inicios de marzo –antes de la cuarentena– me convertí en una especie de invitado habitual de un programa de Latina. Eso siguió con la cuarentena ya iniciada y se detuvo cuando lancé la primicia de que los canales no querían transmitir Aprendo en Casa (o querían que el Estado les financie de alguna manera la transmisión).
Se supone que dentro de algunos canales me pusieron la etiqueta de «enemigo» que, aunque no lo crean, es una costumbre bastante habitual. Llamar «enemigo» a alguien dentro de un canal, digo. Esto coloca el discurso dentro de una lógica binaria (amigo-enemigo) que, francamente, es bien de secundaria. Pero es habitual. Así que no me sorprendió, honestamente. Y me dio un poco de risa.
No es que no esté habituado. Hace algunos años, uno de mis libros fue sentenciado a «muerte civil» en El Comercio (o quizás solo fue un editor/directivo más miroquesadista que los Miró Quesada). Ya ni me acuerdo cuál fue el motivo. Qué habré dicho. Por suerte, hubo algunos periodistas que se las ingeniaron para desafiar la orden y sacaron un par de sueltos por allí. Pero nunca hubo el despliegue que sí tuvo en otros medios. Teniendo en cuenta que La Corporación domina un porcentaje casi absoluto del mercado impreso, pues parecía un escollo importante. Sin embargo, esta muerte civil no fue impedimento para que a ese libro le fuera bastante bien en ventas.
Con esto quiero decir que los medios masivos siguen siendo importantes pero no son decisivos, en absoluto. Se puede existir perfectamente al margen de ellos. Y se puede llegar a mucha, mucha gente sin necesidad de utilizarlos. La Encerrona es otra demostración de esto.
Por supuesto, todo es más fácil si les caes bien. Pero no tiene sentido intentar caerle bien a gente a la que nunca le vas a caer bien de todas maneras, ¿no? Ya no estamos en la secundaria.
El caso es que no me molestaría que ningún canal limeño se lleve el programa y lo transmita. Ninguno. Ojo que digo «limeño» porque el programa sí se emite en varios canales de señal abierta locales. Sé de canales de Cajamarca, Arequipa, Pasco, Ayacucho, Tacna y varios más que transmiten el programa en la señal abierta. Lo sé porque me escribe gente de esas regiones a contármelo. No hay necesidad de que ninguna radio o televisora se comunique conmigo a pedirme permiso. La Encerrona está libre de derechos. Hasta para los canales limeños. Llévensela, llévensela.
Quisiera conocer como ha sido el aumento de la audiencia de La Encerrona (a cuánta gente llegas) y cuál ha sido la plataforma digital más eficiente.
Precisamente por lo que acabo de contar en la respuesta anterior, no tengo ni idea. O sea, ni siquiera sé cuántos radios y televisoras del Perú transmiten el programa. Menos aún, cuál es el público de esas radios y televisoras. En Tacna, por ejemplo, se transmite casi desde el inicio en Radio Uno, la radio más importante allí. Eso nomás es un público enorme.
Sí puedo medir algunas plataformas: Facebook, YouTube, Instagram y los podcasts (Spotify, Apple, etc). Sumadas todas ellas, el promedio diario son unas 80 mil personas. A esto, habría que sumarle TikTok, cuyo algoritmo tan especial impide lanzar un estimado. Pero la mitad de los videos allí pasa de las 10 mil reproducciones, y alguno ha llegado a más de 300 mil.
Además, por supuesto, están los grupos de WhatsApp y Telegram. Los audios por allí rotan más allá de toda comprensión, gracias a casi una veintena de grupos dedicados exclusivamente a transmitir los bloques del programa a su familia y amigos. Esto es absolutamente imposible de medir, aunque se puede estimar un «factor R» (muchas comillas) de transmisión de esos audios.
Sumado toooodo eso, yo estimo que La Encerrona debe alcanzar, diariamente, el equivalente a 2 o 3 puntos de rating. No tengo cómo demonios probar esta afirmación aunque, como dice el dicho: no tengo pruebas pero tampoco dudas. Pero, visto lo visto, no está nada mal, teniendo en cuenta que el programa es elaborado por dos personas y se produce en el despacho de mi casa. Y es aún mejor cuando hay noticieros en señal abierta que tienen veinte veces más personal y un rating similar.
Entiendo que la informalidad con la que circula el programa puede espantar a algunos publicistas más tradicionales, que necesitan presentar números concretos y comprobables, un ROI y cosas similares a sus clientes. Pero, bueno, el objetivo de este programa es, eventualmente, no necesitar ninguna publicidad, así que eso no me molesta. Con los patreons, los yaperos y los miembros del canal de YouTube (que es el medio más consumido del Perú y, por tanto, donde al parecer tengo más público constante) está siendo suficiente.
Y eso es todo. Gracias por sus preguntas, por comprar el libro y por pasar por aquí. Recuerden que cada domingo hay un columna como ésta (en realidad, no como ésta: suelo hablar de temas más interesantes que mi propio proyecto) en exclusiva para los suscriptores de esta plataforma llamada Patreon. ¡Suscríbanse ya!