La interdependencia económica no debería ser un concepto difícil de entender… a menos que solo consumas Willax, claro.
El conflicto en Huancayo ha provocado todo tipo de reacciones, casi todas destinadas a reforzar las propias convicciones del reaccionador de turno. Desde «les dije que este no era un gobierno de izquierda» hasta «el comunismo solo trae hambre». Lo típico.
Pero aquí me quiero centrar en este meme difundido por Bruno Pinasco. No en la lista de precios que difunde (que no he tenido tiempo de comprobar si es precisa o no), sino en su comentario sobre Rusia.
Bruno Pinasco suele ser el non plus ultra del buenaondismo y, por tanto, su actitud burlesca respecto del impacto económico de la guerra en el Perú ha chocado particularmente. Pero yo no me sumaría al bullying, sino trataría de entender de dónde viene su postura. Quizás eso sea más productivo y nos pueda ayudar a explicar qué está pasando.
Su actitud, creo, se explica si ven que está retuiteando a uno de los conductores de Willax. A pesar de su cosmopolitismo, Bruno consume y difunde la peor fuente posible de noticias, algo que no solo parece haber amargado su personalidad sino que, además, lo lleva a ignorar lo que seguramente se ve desde la ventana de su hotel: que los precios se han disparado en todos lados. Así se ve en las respuestas que ha recibido desde Corea del Sur o California.
Esta no es una defensa del gobierno (no seamos básicos, amiwis), sino un llamado a sacar la cabeza del ombligo. A entender las cosas en su contexto. A revisar información más allá de nuestras fronteras. Es más: si viéramos cómo han reaccionado otros gobiernos alrededor del mundo ante exactamente el mismo escenario, entenderíamos que Castillo sí está metiendo la pata.
Pero no nos adelantemos.
Después de una temporada en Lima, acabo de regresar a Madrid y adivinen qué: aquí también ha habido un paro de transportistas y aquí también la inflación se ha disparado. Es más, en toda Europa la inflación anual promedio en marzo era de 7,5%.
Hay países como Lituania con un brutal 15,6%. La misma España está por encima del promedio: 9,8%. Comparado, al Perú no le va tan mal: en el mismo periodo llegó a 6,82%, lo que, eso así, está muy por encima de las ilusiones del BCR.
A pesar de lo que diga Bruno Pinasco, la culpa sí es, por supuesto, de la guerra en Rusia, que es el tercer mayor productor de petróleo del mundo.
Como es más o menos evidente, una guerra en Rusia afectará el mercado global. No necesariamente porque se haya cortado la cadena de suministros, sino por todos los costes derivados (incluidas las sanciones económicas). Sin mencionar que el mercado energético es suficientemente complejo (y especulador) como para que los precios del petróleo caigan pero la gasolina siga subiendo.
Parte de esa complejidad ha estado en el centro de las protestas en Huancayo: el Impuesto Selectivo al Consumo (ISC). Dejemos que el gobierno lo defina:
Es el impuesto que pagas a la Sunat cuando compras bienes como bebidas alcohólicas, cigarrillos o combustibles. Su finalidad es desalentar el consumo de estos productos, ya que generan consecuencias negativas en el orden personal, social o medioambiental.
La reacción desesperada del gobierno de Castillo ha sido reducir el ISC a los combustibles hasta en un 90%. Algo que, por cierto, también había planteado Fuerza Popular pero llevado al máximo: 100% (de hecho, el 10% que el Ejecutivo no se ha volado se debe, precisamente, a que solo el Congreso puede volarse ese 10%).
Otra razón para sacar la cabeza del ombligo: un impuesto así existe en casi todo el mundo. Y esto nos permite ver que la salida planteada por el gobierno es una locura. En la gran mayoría de países europeos se ha optado, sobre todo, por paquetes de bonos para los transportistas y reducciones focalizadas de impuestos (nada similar a nuestra suspensión absoluta). En América Latina, el único que ha tomado una medida parecida a la peruana –así de radical– ha sido el loquito Bukele de El Salvador y no parece estarle yendo muy bien.
Como ha admitido el propio ministro Graham, volarse el ISC implicará 250 millones de soles menos a las arcas fiscales. Si seguimos la propuesta de Fuerza Popular de suspenderlo hasta fin de año, estamos hablando de más de 2 mil millones de soles menos para el Estado. Esto es volarse poco más del 1% del total del Presupuesto para el Sector Público. Repito: una locura.
Como ya nos pusimos densos, les dejo un meme wanka:
Como recordarán (si es que no veían solo Willax), el precio de los combustibles ya venía al alza desde el frenazo de los primeros días de la pandemia. Antes de invadir Ucrania, Rusia ya estaba en una guerra económica con la OPEP (un cártel que controla un 55 % de la oferta de petróleo mundial), que había decidido recuperarse por la vía de ralentizar la producción. Esto tuvo un impacto, ya hace meses, en el precio de tu balón de gas (que, no lo olvidemos, es GLP, gas licuado de petróleo). Recordemos la confusión de Guido Bellido cuando se fue encima de Camisea, pensando que tenían que ver con el aumento de esos precios.
Insisto: es un mercado complejo.
Por tanto las soluciones deberían ser más finas y menos desesperadas. Ya en el programa del jueves –antes de que reventara todo– Romina conversó con Oswaldo Molina sobre lo que venía haciendo el gobierno. Y la conclusión fue que eran palos de ciego, que favorecen a personas que no requieren necesariamente de una ayuda. Pues lo del ISC anunciado ayer es incluso más a lo bestia. Repito: es solo cuestión de ver cómo lo están haciendo otros países.
Minimizar la responsabilidad de la guerra en la subida de la gasolina es tan obtuso como creer que era Camisea la responsable de la subida del gas el año pasado. Y el origen de ambos desvaríos sigue siendo el mismo: pensar que la economía peruana solo depende de sí misma. Hay que ver lo que está pasando fuera de nuestras fronteras. Quizás así podamos entender lo que tenemos que hacer dentro.