Una defensa personal de las ficciones que muestran, finalmente, algo más que hombres blancos heterosexuales.
Uno/a nunca olvida la primera vez que alguien le dice te amo. Siempre que digo esta frase, sin importar el contexto, genero alguna reacción. Quizás porque siempre nos inundaron- por todos los medios posibles- de esta idea bonita e ideal del amor correspondido. De lo maravilloso que sería enamorarnos y que nos amen de vuelta. Vivimos ansiando amar y ser amados, y no solo por una cuestión de naturaleza humana -y por tanto social-, sino por los estereotipos, arquetipos e imaginarios que vemos, una y otra vez, mientras crecemos.
Imaginarios que se materializan en los dibujos animados en la televisión. En los afiches publicitarios. En los libros del “plan lector” del colegio. En las telenovelas de nuestras abuelas. En las obras de teatro. En las letras de canciones. En las películas, cómics y hasta en la biblia. ¿Quién imita a quién? ¿Qué fue primero qué lo otro? ¿La ficción romántica imita la realidad o la realidad imita a la ficción romántica?
Hace unas semanas, DC Comics anunció que, en su nueva entrega del famoso personaje, “Superman: Son of Kal-El #5”, Superman será bisexual. Se trata de Jon Kent, el hijo de Clark Kent y Lois Lane, quien también asumirá la identidad del icónico hombre de acero.
Su guionista Tom Taylor dijo: «El símbolo de Superman siempre se ha levantado en defensa de la esperanza, la verdad y la justicia. Hoy ese símbolo representa algo más. Hoy más personas pueden verse reflejadas en el superhéroe más poderoso de los cómics».
Sin embargo, ni bien salió la noticia, comenzaron a llover comentarios en las redes sociales. “¿Y por qué nos debería importar su preferencia sexual?”, fue una de las reacciones más recurrentes. Como ya pasó con Dumbledore de Harry Potter y Korra de La Leyenda de Korra, muchos opinaron que la decisión de DC Comics es “por moda”, para atraer audiencias.
Pecaríamos de ingenuos si señalamos que el único motivo de una marca gigante para proponer un Superman bisexual es la identificación. Por supuesto, están ampliando su mercado y esto va de la mano de todo un tema reputacional al apostar por ideas más progresistas y diversas ¿Pero por qué tendría que fastidiarte esto? Estamos hablando de darle representación a un grupo de personas que es casi inexistente entre las ficciones, y que peor aún, sigue siendo invisibilizada y rechazada en la vida real.
Volvamos al principio: Uno/a nunca olvida la primera vez que alguien le dice te amo. A lo que me refiero, realmente, es que uno nunca olvida la primera vez que se siente visto por otro. Que siente que es notado por alguien que admira, por alguien querido. Se nos queda marcada la experiencia de ser reconocidos ya sea porque alguien también se enamoró de nosotros, porque alguien nos escogió primero para su equipo en la pichanga o porque alguien nos miró a los ojos y nos dijo: “eres importante para mí”, “a mí me importa eso que hiciste”.
Pasamos mucho tiempo pensando que somos islas y a veces olvidamos lo bonito que es sentirse parte de algo; el alivio que se puede sentir al encontrar personas con gustos y actitudes similares a los nuestros. Muchos de nosotros lo olvidamos porque hemos sido aceptados la mayor parte de nuestra vida.
Yo nunca podré olvidar la primera vez que vi un personaje bisexual en la televisión. La escena de Korra sosteniendo la mano de Asami con una implicancia romántica en la serie animada La Leyenda De Korra fue un punto de partida para mí. Korra. El contemplar por primera vez que existía la posibilidad de ser una mujer bisexual. De que sí existen. Pero esto no ocurrió cuando fui adolescente, ¡Y cuántos años y vivencias me hubiera ahorrado si hubiera sido así! ¡Cuántas cosas pude haber vivido y entendido antes! En aquellos años no supe reconocer que también me sentía atraída hacia las mujeres. Hay múltiples razones que explican mi entumecimiento hacia este aspecto de mi sexualidad. Por supuesto, la mayoría de estas razones son muy personales. Pero, a través de los años, he podido reconocer una muy importante: no tuve ningún referente para entender lo que sentía.
La palabra bisexual apenas la había escuchado algunas veces. No conocía a nadie que se reconociera como bisexual, mucho menos, nadie que hablara sobre qué implicaba definirse como tal. Incluso, en el colegio, había escuchado este término como sinónimo de hermafrodita-una errónea asociación a la cual se llega cuando no se diferencia género y sexo-. Y ni qué decir de lo primero que aprendí de la homosexualidad: las palabras “gay” o “lesbiana” eran usadas como insultos.
En realidad, fueron las historias de películas, libros y series las que me mostraron que existía una diversidad más allá del género binario. Personajes que se rebelaban ante su familia y la sociedad para ser más fieles a sí mismos, para autodefinirse pese a las humillaciones y desprecio que recibían.
Conocía muy poco de estas personas homosexuales, trans o no binarias. Cuando la realidad nos es tan limitada, recurrimos a la ficción. Es a través de ella que podemos ser libres. Pero incluso aunque buscara, la ficción que encontraba no bastaba. En principio, porque casi ni existía. Rápido: Nombra cinco películas románticas. Ahora, ¿cuántas películas de comedia romántica que traten de dos mujeres que se enamoran puedes nombrar con la misma velocidad que: “La Propuesta”, “Mujer Bonita”, “Diario de Una Pasión” o “Como si Fuera la primera vez”? ¿Por qué no puedo tener esas historias a mi manera?
“QUERER SER PROGRE POR MODA”
“Ahora todas las series tienen personajes gais”, escuché una vez decir con tono de mofa a un periodista en una conferencia de prensa. ¿Qué les molesta tanto de la representación? ¿Qué ustedes ya no sean los representados?
La representación implica darle confianza a las personas para que se sientan orgullosas de quienes son, para que se les quite el miedo y los prejuicios y, sobre todo, para que sepan que también pueden existir. Que existen y son válidos.
Esto no se limita a la diversidad de género y a los distintos espectros de la sexualidad. De hecho, si vamos a un fenómeno más mainstream, un caso emblemático de un caso de representación en la cultura de mases es la película de Marvel Pantera Negra, la repercusión en millones de personas negras que veían por primera vez a un héroe con sus características fenotípicas.
Quizás lo que no ven los que critican estos avances en la representación es que esta va más allá de “querer ser pogre por moda”. Muchos de nosotros queremos vernos reflejados también en nuestros personajes favoritos, tener historias con las que podamos relacionarnos sin que sean tan solo esas películas indies super dramática en donde el personaje homosexual sufre y sufre.
Taylor, el guionista de este nuevo Superman, también agregó: “siempre he dicho que todo el mundo necesita héroes y todo el mundo necesita verse a sí mismos en sus héroes”. ¿Si están buscando hacer más plata al subirse al carrito LGTBQ+? ¡Qué lo hagan entonces! Mi deseo es que otras personas bisexuales no tengan que esperar 22 años para que recién encuentren un héroe como ellos. En sociedades como las nuestras en donde encontramos tan pocos espejos para la diversidad, el que podamos existir a través de personajes de ficción lo pueden significar todo.