El inminente triunfo de La Mal Menor pinta un escenario incierto. Mucho puede pasar (o no) en su(s) gobierno(s). Pero de algo estoy seguro: de cómo le irá a la industria que integro. Al periodismo.
OH DIOS OTRA COLUMNA SOBRE PERIODISMOOOOO YA BASTA FREEZER
Sí, lo siento.
Aunque le importe a nadie. Aunque la mayoría espere del periodismo lo mismo que recibe de la propaganda. Aunque ese error de la mayoría haya sido alimentado por gran parte de mis coleguitas que, efectivamente, se entregan extasiados a todo tipo de campañas.
Y se seguirán entregando.
Hace diez años escribí una columna. Se llamaba La Fábula del Mal Menor. Contaba lo que había pasado justo después del triunfo de Alan García contra Ollanta Humala.
Fue una elección muy parecida a esta: el candidato del establishment versus un radical de izquierda. El primero había sido el Anticristo. Literalmente creían que su segundo nombre era Damián. Y, aún así, los nuevos terrores de la clase alta remplazaron a los viejos. Los medios –en una campaña de demolición que no se veía desde los años 90– convirtieron a García en El Mal Menor y ganó las elecciones. Con las justas, pero las ganó. Todos respiraron aliviados. El Modelo™ continuaría.
¿Les suena? Pues bien. Esto es lo que pasó con la prensa –y, por tanto, con el poder que supuestamente debe balancear– en los años siguientes. Díganme si también les suena:
El triunfo del Mal Menor fue tan ajustado que, al menos hasta la aparición de los petroaudios, los medios no quisieron hacer olas. No había que criticar mucho, al contrario: aplaudamos todo. La amenaza chavista estaba a la vuelta de la esquina y había que transmitirle a la población la sensación de que todo iba a estar bien si seguíamos en el camino del Mal Menor.
Por eso todas las protestas contra las mineras no se debían a espontáneos reclamos de la gente de la zona, sino a la manipulación de la terrible, gigantesca e increíblemente eficaz Patria Roja. Por eso, tal como lo reveló Gorriti, Business Track inventó que el MRTA iba a atentar contra el Mal Menor tirando un balón de gas en Palacio. (…)
Por cierto, y sin ánimo de defender a un tipo nefasto, pero –como mi industria es el periodismo y no la propaganda– los hechos son los hechos: uno de los acusados por ese supuesto –y ridículo– atentado fue el ahora congresista Bermejo.
No fue el único acusado de terrorismo por las puras: hubo gente detenida durante meses por el crimen de haber tomado el bus equivocado. Es que había que mantener el cuco de la izquierda violentista y muchas empresas de «seguridad» (como los chuponeadores de Business Track) vieron abrirse un jugoso mercado. Así como ahora muchas empresas de ese mismo rubro están lucrando con la paranoia de los inminentes desmanes postelectorales. Sigo con mi columna del 2011:
Todas estas historias, todas estas mentiras, todos estos inventos de un sector del empresariado y el gobierno, fueron transmitidos diligentemente por los órganos de prensa que aplaudían al Mal Menor: programas de televisión, diarios y opinólogos por doquier creando un sólo gran enemigo: el-comunismo-internacional-que-complota-contra-el-avance-del-Perú. (…)
El aplauso -salvo dignas excepciones- fue unánime: al Mal Menor ni con el pétalo de un rosa, ¿o le quieres entregar el país al antisistema?
Nadie se acuerda ya, pero resultó bien sintomático que –hasta la aparición de los Petroaudios– la absoluta mayoría de denuncias sobre la corrupción del gobierno aprista surgieron desde los incipientes blogs, durante su boom entre 2006 y 2008.
Y no solo corrupción: la revelación de la existencia de un hijo secreto de Alan García también fue ocultada por los grandes medios. La gente tuvo que recurrir a los blogs para informarse: la fiscalización de los medios había desaparecido.
La prensa dejó de hacer periodismo y se volvió propaganda. No para Alan, sino para el sistema. Y si Alan encarnaba ese sistema, pues entonces Alan no podía tener la culpa de nada. El modelo y su encarnación en la Tierra eran incuestionables. Solo un rojete tirapiedra (o los ignorantes manipulados por ellos) podría ser tan obtuso como para criticarlos.
Aterrorizados por habernos salvado con las justas del antisistema, los medios se entregaron a aplaudir al modelo, encarnado en el Mal Menor, barriendo bajo la alfombra toda la corruptela e indolencia del gobierno aprista. Varios reaccionaron luego de los Petroaudios, pero muchos hasta ahora siguen aplaudiendo cada fábula del Mal Menor.
Esa columna –escrita hace diez años, al final del gobierno de García– tenía la misión de predecir qué pasaría si entonces (2011) hubiese ganado Keiko Fujimori. Por suerte, no ganó y, de vez en cuando, ha habido asomos de pluralidad en los grandes medios. Eran solo asomos, cierto. Y a esos asomos, rápidamente, se los estigmatizó como mermeleros.
Obviamente: la única razón para cuestionar a las Encarnaciones del Modelo tenía que ser una prebenda. En su visión del universo, no había alternativa posible: mi bando es la única opción racional; ergo, si no estás conmigo, eres un vendido. Salvo el modelo, todo es ilusión (o mermelada). Y aún así, en el ecosistema mediático no se regresó nunca a una cerrazón –a un ambiente de censura– tan asfixiante como en los años inmediatos al Primer Susto de Humala.
Hasta ahora.
Esta fue la ilustración que hizo Andrés Edery para esa vieja columna.
Recordé esta columna hoy, al despertarme, cuando leí esta noticia publicada anoche en un blog (¿dónde más?): hay una crisis en América TV, convertida ahora en Mega Willax, bajo la nueva dirección impuesta por El Comercio.
Sí, sí, a quién le importa lo que le pase a diez reporteros. Son diez personas. Y aunque fueran cien. O mil. Es solo un gremio. Los periodistas, que de todas formas nos caen todos mal. Lo que le pases a ellos no se compara con el desastre que traería Castillo. El Perú™ debe ir primero.
Sí, claro.
La decisión de hoy no es fácil y cada uno tendrá su propio criterio para elegir su propio camino. Esta no es una columna para decirles que no voten por Keiko (eso sería propaganda). Es solo una columna para decirles qué pueden esperar en el escenario actualmente más probable. Y es solo una columna enfocada únicamente en el periodismo, en solo uno de los múltiples aspectos que se verán afectados hoy.
En realidad, es una columna para decirles lo que se viene aquí.
En este espacio que ustedes hacen posible.
Voten por quien voten, si están leyendo esto imagino que se encuentran en esa minoría que prefiere las preguntas de la prensa a las respuestas de la propaganda.
Esa diferencia puede ser evidente para ti, pero no lo es para la gran mayoría. Incluidos muchos de mis coleguitas y –aún peor– casi todos sus jefes. Los siguientes cinco años (o más) serán de un coro monocorde asfixiante. De acusaciones delirantes. De cierra filas. De propaganda pura y dura.
Será la paranoia del 2006.
Con la tecnología del 2021.
Con el know-how de los 90.
En este momento de absoluta incertidumbre, ese escenario sí me queda claro. No sé si a nadie más le importe. A mí sí. Creo que a ti también. Se vienen años de Propaganda Unánime y Absoluta. Así que cuando quieras un poquito de Periodismo sin respuestas pero con muchas preguntas, pasa por aquí: esta casa también es tuya.
Ha llegado el invierno de nuestro descontento. Por suerte, en estos meses hemos ido construyendo un refugio para la tormenta. Mientras dure lo que tenga que durar, aquí nos protegeremos, aquí nos guardaremos, aquí nos encerraremos.