
- La controversia diplomática entre Colombia y Perú, luego de que el presidente colombiano Gustavo Petro reclamara soberanía en la isla Santa Rosa, se ha convertido en un foco de tensión en la región.
- La disputa surge en la zona de la triple frontera entre Perú, Colombia y Brasil, donde uno de los límites está marcado por el río Amazonas.
- Mongabay Latam entrevistó a Silvana Baldovino, experta en políticas públicas relacionadas con temas ambientales y de pueblos indígenas, quien abordó el complejo panorama de quienes viven en zonas de frontera y particularmente en la Amazonía.
- La experta también reflexiona sobre las acciones que deben asumir los países amazónicos para buscar soluciones conjuntas a los problemas de la región.
Por: Yvette Sierra Praeli / Mongabay Latam
El 5 de agosto, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, publicó un mensaje en su cuenta de X que desató una controversia diplomática con Perú. “Otra vez, el gobierno del Perú ha copado un territorio que es de Colombia y ha violado el Protocolo de Río de Janeiro”, escribió el mandatario colombiano para reclamar la isla Santa Rosa, la última ciudad peruana que se ubica en la triple frontera amazónica entre Perú, Colombia y Brasil.
Perú respondió con un pronunciamiento de la Cancillería “rechazando categóricamente” las expresiones que desconocen la soberanía peruana en el distrito de Santa Rosa de Loreto y le recordó al presidente colombiano el tratado de 1922, con el que se demarcó la frontera entre ambos países. “No existe ningún diferendo político con Colombia”, aclara el texto del Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú.

El debate internacional y una serie de manifestaciones cívicas y militares en ambos lados de la frontera han continuado durante los últimos días. El argumento de Petro sostiene que la actual ubicación de la isla Santa Rosa difiere con los establecido en el acuerdo que selló los límites fronterizos y que los cambios que están ocurriendo en el cauce del Amazonas dejaría a la ciudad de Leticia, en Colombia, sin acceso a este río. Además, el precandidato presidencial colombiano Daniel Quintero izó una una bandera colombiana en Santa Rosa, potenciando la tensión en la zona.
En medio de este panorama, surgen interrogantes sobre lo que sucede en los territorios fronterizos y cómo deberíamos entender las tensiones que ocurren en estas regiones, más allá del escenario político. En esta entrevista de Mongabay Latam, Silvana Baldovino, directora de Biodiversidad y Pueblos Indígenas de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), aborda los problemas que enfrentan las zonas de frontera de la Amazonía, en general, y de Perú, en particular. También destaca un tema que cada vez gana más terreno en la región: las ilegalidades.
Baldovino, experta en políticas públicas relacionadas con temas ambientales y de pueblos indígenas, también reflexiona sobre las acciones que deben asumir los países amazónicos para buscar soluciones conjuntas a los problemas de la región y atender a las poblaciones de frontera, incluidos los pueblos indígenas, que viven en lugares distantes sin recibir toda la atención que necesitan por parte de los Estados.
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–¿Qué está pasando en la frontera? ¿Cómo ve la situación desde que Petro dijo que Santa Rosa era parte de Colombia y no de Perú?
–Creo que el comentario de Petro responde más a una estrategia política que a un tema territorial en sí, porque la población en Santa Rosa tiene claro a dónde pertenece. Pero también tiene claro que sus necesidades no se cubren completamente. Es un tema totalmente político, más que un esquema territorial. La isla Santa Rosa está ubicada en el río Amazonas, en la triple frontera. Existe el tratado de Salomón Lozano, esto está bien claro, al menos para nosotros como peruanos, en los papeles y en el territorio, porque la gente se identifica como peruana. Las banderas están ahí, saben a qué país pertenecen y tienen bien establecido que forman parte de Perú.

Creo que lo importante, más allá de a quién pertenece, es cómo potenciar esta triple frontera con escenarios tan críticos como el de las ilegalidades. Más que decir a quién pertenece, que ya está definido internacionalmente, Perú, Colombia y Brasil deberían trabajar en reforzar un espacio tan importante para la protección de los tres países en temas de ilegalidad, que es lo que finalmente, en estos momentos, estamos compartiendo. También trabajar en temas de desarrollo.
Lo que sí ha quedado claro es que muchos de los peruanos cubren sus necesidades en el lado colombiano y eso debería ser un llamado de atención para nuestras autoridades para cumplir con las necesidades de la población fronteriza.
–Ha mencionado que la controversia en la frontera responde a un tema político del lado colombiano. ¿Por qué cree que en estos momentos ha surgido el tema?
–Lo veo como un tema coyuntural. Creo que en estos momentos el gobierno de Colombia ha dado un giro de timón respecto al tipo de gobierno que planteaba y frente a todos estos problemas esto surge como un mecanismo para dar un cambio en la temática, porque lo que es cierto es que con la población, generalmente, regresas a un tema de nacionalismo y de idiosincrasia con el territorio. A pesar del discurso de que vamos a perder la salida al Amazonas y la condición de país amazónico, no he visto el respaldo del pueblo colombiano hacia esas declaraciones. Por lo que he leído y he visto, en la zona no se percibía este nivel de conflicto como estaba pretendiendo venderse desde el lado colombiano. No veo un respaldo popular a Petro, en estos momentos, sobre el tema de que Perú está invadiendo territorio colombiano.
–Un tema que ha surgido por esta controversia se refiere a los cambios en el cauce del río Amazonas y la posibilidad de que Colombia pierda el acceso al río Amazonas. ¿Cómo ocurren estos cambios geográficos y cómo entenderlo en este contexto?
–El Amazonas tiene muchos de estos cambios y puede cambiar la configuración geográfica. Lo que estuve leyendo es que en el lado peruano el río está creciendo y para el lado colombiano se está sedimentando. Eso genera que el cauce del río cambie, pero más allá de la explicación técnica, los cauces de todos los ríos cambian, no son estáticos, siempre cambian, hay sedimentación y esto provoca que las islas se formen, desaparezcan, se unan o se dividan, pero eso no afecta la pertenencia de cierto espacio geográfico a Perú o a Colombia. Eso está claro con todos los tratados internacionales que se han firmado.

–Estamos hablando de una triple frontera y conocemos los problemas que enfrentan las zonas de frontera en Perú y más en la Amazonía. ¿Cómo se deberían atender los problemas en las fronteras?
–Creo que las zonas de frontera deberían tener los máximos niveles de seguridad porque una baja apuesta por el desarrollo de estos espacios geográficos los vuelve puntos ciegos. Es por eso que hay tanta ilegalidad. Sabemos que mucho del oro ilegal, entre otras muchas cosas, entra y sale por las fronteras, que son lugares que, generalmente, por temas de lejanía, son abandonados por el Estado y donde ni siquiera existe un control seguro para entrar o salir.
Creo que en un escenario ideal deberían ser zonas de desarrollo, donde pueda ser más interesante vivir que en otros puntos centrales y tener población con mejores condiciones. En este caso se trata de un lugar muy alejado en Perú. Pero también hay otras fronteras que por más que tengan mecanismos de control —como Madre de Dios, por donde entra el mercurio de Bolivia, por ejemplo, o el esquema de contrabando que hay en Puno— el poco nivel de intervención y de desarrollo hacen que se vuelvan puntos claves de ilegalidades. Y en este escenario, como el que vivimos ahora, con ilegalidad, corrupción y crimen organizado, las fronteras deberían ser puntos de desarrollo.
En este caso, al ser una triple frontera, donde compartes esas ilegalidades, porque con Colombia compartimos muchísimas ilegalidades, así como tenemos tratados de cómo se llevan las relaciones internacionales, deberíamos tener tratados de cómo se trabajan esquemas de seguridad. Porque en estos momentos, a nivel regional, tenemos un esquema de crimen organizado e ilegalidad regional con cárteles regionales, cárteles venezolanos, cárteles colombianos, de diferentes países, y con estos puntos ciegos lo único que haces es potenciarlos porque no hay mayor nivel de control.
Creo que la frontera debería ser el punto más seguro, con mayores esquemas de desarrollo.
–¿Y qué sabemos de esta triple frontera en relación a las economías ilegales?
–Sabemos lo que está pasando en Loreto, con todo lo que sucede en el [río] Nanay con la minería. Se puede pensar que Santa Rosa es un puntito chiquito en una esquina de Perú, pero la triple frontera es un mercado abierto, es una ruta de escape casi perfecta, está el río para moverte sin mayores niveles de control. Creo que Santa Rosa es un punto muy fuerte para que entre y salga la ilegalidad.

–También hay pueblos indígenas viviendo en todos estos territorios fronterizos. ¿Cómo les afecta esta controversia?
–Los pueblos indígenas son población vulnerable, como todos sabemos. Y en un escenario tan abandonado, como es un área con tan poco desarrollo, se sigue manteniendo como población vulnerable. Al estar tan lejos, creo que están más comprometidos que otros con el país. Pero, definitivamente, el nivel de tensión en la zona los va a afectar. Ellos van a tratar de defender lo que consideran peruano y lo que consideran suyo. Pero también, como casi todos los pueblos indígenas que están en frontera, terminan cruzando para conseguir mejores servicios de salud en un lado o de educación en el otro, porque en nuestro lado no se cubren sus necesidades.
Los indígenas dicen, por ejemplo, que el río cambia siempre y se da todos los años, pero su reclamo sigue siendo el mismo: no hay servicios básicos. Entonces, creo que es necesario evidenciar la necesidad de repotenciar y tener espacios más desarrollados y con servicios que cumplan con los requisitos de la población. Los habitantes indígenas que están en la frontera siempre tienen menores condiciones que los habitantes indígenas que están en otras partes de Perú, pero el reclamo es el mismo, no hay condiciones básicas.
–Usted ha señalado que se deberían potenciar las fronteras. ¿Qué se debería hacer en estas fronteras?
–Lo primero que deberíamos estar asegurando en zonas de frontera es atender servicios básicos. Debería haber esquemas de salud y educación muy marcados. Si tus niños estudian en el país vecino, están aprendiendo la historia de otro país. Hasta la identidad y la construcción educativa como peruano tienen que estar asegurados. Otro punto que debería reforzarse es el saneamiento, por ejemplo, que las personas tengan agua. Son esquemas de calidad de vida. Y un tercer tema es que no deberíamos tener fronteras de coladera, deberíamos tener controles efectivos.
–¿Cómo afecta una controversia territorial a un país y en especial a las poblaciones de estas zonas?
–Creo que hay varios niveles de afectación. El tema más crítico es el nivel de tensión que debe sentir la población que está en este territorio porque no sabemos qué va a pasar si en un momento surge el nacionalismo peruano o colombiano. Y otro tema es, y por eso es importante la cumbre de presidentes de la OTCA [Organización del Tratado de Cooperación Amazónica], la forma de abordar esquemas de frontera entre países de la región. Creo que es importante que se evidencien nuestras deficiencias y necesidades en esas zonas. Creo que es el momento , al haber surgido un tema tan álgido como esta controversia, de llevar a la mesa las urgencias, necesidades y deficiencias frente a cómo tratamos a la población en las fronteras.

–Acaba de mencionar a la OTCA. ¿Qué se debería conversar en esta cita?
–Al ser la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica se debería abordar los temas que nos están consumiendo y yo regreso al tema de la ilegalidad. No se puede hablar en estos momentos de la Amazonía si no hablas de ilegalidades. Tiene que haber compromisos para ver cómo enfrentar la ilegalidad o cómo asumir que se trata de un problema regional. La ilegalidad se está comiendo la Amazonía. Vamos a llegar a un punto muy crítico e incluso de no retorno si es que no vemos cómo solucionar los niveles de intervención que tiene la ilegalidad y la corrupción en nuestros países. No podemos seguir pensando en el 30 por 30 si no abordamos qué hacer con todos estos esquemas de ilegalidades amarrados a la corrupción y al crimen organizado. Es un tema que debería abordarse en estos momentos. Ahí está la cooperación entre Estados.
Está perfecto que se hable de economía, de diversidad de pueblos indígenas, de avances en la región, pero si te das cuenta, la biodiversidad la puedes perder, los afectados serán los pueblos, todo está, de cierta forma, vinculado a qué vas a hacer con tu principal enemigo. ¿Cómo vas a asumir compromisos con la Amazonía si no asumes compromisos para protegerla frente a lo que la está consumiendo?
Imagen principal: ingreso a la isla Santa Rosa, en la triple frontera entre Perú, Colombia y Brasil. Foto: cortesía Municipalidad Provincial Mariscal Ramón Castilla
El artículo original fue publicado por Yvette Sierra Praeli en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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