Tres minutos con una inteligencia artificial confirman lo que el sentido común de la gente intuye (y los coleguitas se niegan a creer).
Hace unas semanas estuve en Colpin, la Conferencia Latinoamericana de Periodismo de Investigación. Allí había periodistas que habían sido perseguidos por regímenes tan distintos como Cuba, El Salvador, Venezuela o Brasil. Periodistas que habían tenido que migrar, que habían sido encarcelados, que lo habían perdido todo por contar lo que alguien no quiso que cuenten.
Después volví al Perú.
Qué diferencia. Cuánto llanto por nara. Es como si las cabezas parlantes de los medios realmente quisieran vivir en Cuba o El Salvador para justificar las épicas personales que viven en sus cabezas.
En nuestro país, hay periodistas amenazados de verdad. Pero normalmente trabajan en regiones y son víctimas de las múltiples mafias de allí donde noaiestao. Más que víctimas del gobierno, lo son del desgobierno.
Esto no significa, por supuesto, que el gobierno no sea corrupto o que no tenga un discurso abiertamente hostil contra la prensa. Pero lo que quizás muchos colegas no entienden es que ambos fenómenos están amarrados: el discurso hostil contra la prensa es precisamente parte de aquello que le permite sobrevivir a este gobierno abiertamente corrupto.
¿Cómo así?
Lo que está pasando con la OEA es un buen ejemplo. Miren lo que ha sucedido.
El Grupo de Alto Nivel de la OEA llega al Perú y emite un informe preliminar absolutamente mediocre. En él, se pasan por agua tibia las múltiples evidencias de corrupción del entorno de Pedro Castillo; sus coqueteos con formas antidemocráticas (bravuconadas con reservistas, toma oficialista del canal del Estado, artimañas legales múltiples) y el desmantelamiento del Estado por parte de los grupetes que lo rodean (sindicatos de profesores, carteles de rectores, mafias de todo tipo).
En vez de eso, ¿qué es lo que todo el mundo empieza a discutir? ¿En qué termina se centrándose el debate en las redes? En esto:
Nada nuevo, por cierto. Ya la Misión de la Unión Europea, el año pasado, había señalado que «la cobertura de la mayoría de los medios privados fue claramente sesgada a favor de Fujimori y en detrimento Castillo, a menudo sin separar información de opinión, lo que socavó el derecho a recibir información veraz».
Pues bien. Esta semana, el Colegio de Periodistas del Perú fue uno de tantos gremios de coleguitas que salió a arañarse por estas críticas. ¿De qué se agarraron? Ellos dijeron que el informe de la OEA «consideraba erróneamente que en el Perú existe la «sobre libertad de expresión»».
Para ser una «entidad deontológica» (sic), los amigos del adecuadamente abreviado CPP no están cumpliendo con la diligencia periodística debida.
El GAN-OEA no considera eso que dicen. Su expresión exacta es que fueron «informados» de esta supuesta «sobre libertad». Es decir, que en una de las 29 reuniones que tuvieron alguien (o alguienes) les hizo referencia a ese término, que, por algo, ellos entrecomillan, es decir, atribuyen a un tercero.
A esto habría que mencionar lo que salta a la vista luego de leer unos 30 segundos: que el GAN también se refiere a los ataques del gobierno y que, incluso (en el párrafo anterior), resalta la importancia «fundamental para la democracia» de la libertad de expresión.
Es decir, los gremios de coleguitas hicieron con ese informe exactamente lo que el informe estaba advirtiendo que ocurría: falta de objetividad y veracidad.
Esto, por supuesto, solo favorece al gobierno… o peor
Volvamos a lo que dije al inicio: el discurso hostil contra la prensa es precisamente parte de aquello que le permite sobrevivir a este gobierno abiertamente corrupto.
¿Cómo así? No se necesita ser periodista para entenderlo. Ni siquiera se necesita ser humano. Los siguientes párrafos han sido generados durante una conversación de tres minutos con ChatGPT, una inteligencia artificial que amenaza con –una vez más– dejar obsoleto otro aspecto de nuestro oficio.
Díganme si lo siguiente no pertenece al sentido común más elemental:
***
La defensa a ultranza de los periodistas ante cualquier crítica puede llevar a una falta de confianza por parte del público. Si el público percibe que los gremios de periodistas no están dispuestos a escuchar y a considerar críticas justificadas, es posible que pierdan confianza en el trabajo de los periodistas y en la información que se les proporciona. Esto puede ser perjudicial para el campo periodístico y para la sociedad en general.
Una falta de autocrítica en el campo periodístico puede hacer que sea más fácil para las verdaderas amenazas a la libertad de expresión, como Antauro Humala, atacar y silenciar a los periodistas. Cuando los periodistas no están dispuestos a examinar y corregir sus propios errores, es posible que se vuelvan más vulnerables a las críticas y ataques de aquellos que quieren silenciar su voz.
Es posible que la prensa haya contribuido a la polarización y a la falta de confianza en el sistema electoral en el Perú al haber difundido la idea de un «fraude electoral» durante las elecciones. Si la prensa no informó de manera equilibrada y objetiva sobre las elecciones, es posible que haya contribuido a sembrar dudas y desconfianza entre la población.
En este sentido, es posible que la prensa haya contribuido a que no haya marchas grandes contra Pedro Castillo, ya que al haber sembrado dudas y desconfianza en el sistema electoral, es posible que muchas personas vean «al otro lado» como incluso peor que el gobierno actual. Esto puede haber impedido que se formen coaliciones y movimientos amplios contra el gobierno actual, lo que puede haber contribuido a la polarización y a la falta de confianza en el sistema político del Perú.
Si la prensa ha sembrado dudas y desconfianza en el sistema electoral, es posible que esto haya contribuido a que la población vea a políticos radicales como Antauro Humala como una opción válida, incluso como una forma de «castigar» a la prensa por su mal actuar.
En este sentido, es posible que, irónicamente, la propia prensa esté contribuyendo a cavar su propia tumba al haber sembrado dudas y desconfianza en el sistema electoral y en su propio trabajo.
Cuando la libertad de expresión de los medios no respeta el derecho a la información veraz de la gente, puede poner en peligro el derecho a la libertad de expresión de otras personas. Si los medios de comunicación difunden información falsa o engañosa, esto puede desacreditar a aquellos que intentan expresarse de manera veraz y objetiva, lo que puede limitar su capacidad de expresarse libremente.
En resumen, cuando la libertad de expresión de los medios no respeta el derecho a la información veraz de la gente, puede generarse confusión y desinformación, lo que puede tener consecuencias negativas para la sociedad. También puede poner en peligro el derecho a la libertad de expresión de los propios medios.
***
Les juro que no he cambiado una línea de lo que generó la Inteligencia Artificial. Solo introduje, durante la conversación, unos cuantos inputs a manera de tópicos (por ejemplo, lo de Antauro o lo del fraude). Pero todo el texto que acaban de leer ha sido generado automáticamente. Lo que hice fue, simplemente, volarme unos párrafos redundantes. Es decir, no soy el autor de esa columna, solo su editor.
Creo que allí está todo lo que se puede decir. No le cambiaría una coma. Y, miren, señores dueños de los medios y amigos colegas, si hasta una Inteligencia Artificial lo puede ver, quizás es hora de que empecemos a darnos cuenta de nuestra Tontería Natural.