Parece difícil empeorar algo tan arruinado como Twitter. Pero todo puede caer más bajo. Y ese ni siquiera es el principal peligro potencial.
A fines de 2020, el fin del mundo tocaba la puerta. En esos momentos, en cambio, Elon Musk se estaba convirtiendo en el hombre más rico del mundo. Durante ese año de horror, las acciones de Tesla subieron un delirante 743%. El analista Ranjan Roy asegura que se trata de la acumulación de riqueza más rápida en la historia de la humanidad (quizás solo algún rey de Sumeria podría competir).
Parte del éxito se explica por sus políticas negacionistas de la pandemia. Por un lado, desafiando las medidas sanitarias norteamericanas para reabrir sus fábricas antes que nadie. Por otro, aliándose con el gobierno chino con el mismo objetivo. Mientras tanto, Musk tuiteaba que el “pánico por el coronavirus era tonto”.
Pero Musk también usaba su Twitter para desafiar a la SEC (la reguladora gringa de la bolsa). Un tuit suyo podía hacer subir o bajar acciones a placer y que, por ejemplo, su hermano compre o venda sabiendo lo que se venía.
En Newtral lo explicaron bien:
En 2018, tuiteó que estaba considerando sacar a Tesla de la bolsa neoyorquina. También, que tenía la financiación asegurada para hacerlo a 420 dólares por acción.
420 es una cifra particular. Es una referencia habitual a la marihuana.
El tuit de Elon Musk nunca se cumplió, pero las acciones de Tesla sí se dispararon ese día, llamando la atención de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC).
La SEC lo obligó a restringir sus temas de tuiteo. De hecho, en febrero de este año, justo antes de que Musk empiece a jugar con la idea de comprar Twitter, la SEC le estaba respirando en la nuca. Miren la fecha:
Imagino que para Musk será divertido ver, a partir de ahora, ver cómo la SEC intenta prohibirle Twitter al dueño de Twitter.
Los amigos de Visual Capitalist crearon esta infografía sobre cuáles son los temas preferidos de Musk para tuitear.
Si llegados aquí se están preguntando qué demonios tiene que ver todo esto contigo, hay dos tipos de respuestas.
Si tienes Twitter, aquí tienes elementos para replantearte el entusiasmo que han mostrado varios cuando Musk habla de «libertad de expresión«. Tiene que ver más con negocios que con derechos. De hecho, puede ser incluso al revés: él cree que desactivar una cuenta transfóbica fue «censura». Algunos sostienen que esto está vinculado a que su ex empezó a salir públicamente con una persona trans.
Y sí, puede ser que haya un poco de pataleta en sus negocios. Pero el caso es que a estas alturas es bastante evidente que Musk tiene un doble estándar muy acentuado respecto de la libertad de expresión, lo que incluye el acoso sistemático de periodistas cuestionadores. Twitter es una plataforma que necesita más moderación, no menos.
Si no tienes Twitter, para empezar: te envidio. Pero igual es tu problema. Elon Musk tiene razón en algo: Twitter es la plaza pública digital en la que se debaten los asuntos vitales para el futuro de la humanidad.
Puedes no estar en Twitter –realmente un porcentaje muy pequeño de la humanidad está allí– pero es la Gran Plaza San Martín Digital donde se encuentran los líderes de opinión, influencers, periodistas y, en general, aquellos que sirven como filtro y altavoz del contenido que terminan consumiendo todos los demás. Twitter es la red social más pequeña y, al mismo tiempo, la más influyente. Eso vale también para el Perú (la primera vez que un tuit terminó en la portada de un diario peruano fue en 2010, cuando Toledo anunció que postularía otra vez a la presidencia).
El problema está en que esa red es precisamente el ejemplo más notorio de cómo la web 2.0 ha potenciado los discursos extremistas a ambos lados del espectro. Justo hacía un par de semanas, Jonathan Haidt había publicado un esclarecedor ensayo sobre cómo el sistema democrático estaba diseñado –precisamente– para evitar todo lo que las redes sociales han generalizado.
El texto de Haidt fue recomendado, entre otros, por Barack Obama y Jeff Bezos. Aquí mismo hice un largo artículo aplicándolo a la realidad peruana. En cambio, Musk está convencido de esto:
Lo que incluso, como trolleo, dice bastante de las anteojeras ideológicas del que pronto será el hombre que estará a cargo de las reglas de juego del debate mundial. Es más, a nivel institucional gringo, tanto el New York Times, como The Economist, como Pew Research, han demostrado que es precisamente al revés (lo que no significa, por supuesto, que la radicalización de la izquierda no haya ocurrido, solo que no tiene canales partidarios en ese país) .
Todo esto sin mencionar, por supuesto, el poder que cada tuit de Musk –sin control de la SEC ni de nadie– tendrá sobre el mercado mundial.
Visto así, teniendo en cuenta el dinero invertido y lo que está en juego, que Elon Musk utilice 46 mil millones de dólares para asegurar –y seguir incrementando– los 270 mil millones que consolidó en plena pandemia, suena como un siguiente paso tan esperable como alarmante.