
- El informe oficial de Monitoreo de Cultivos de Coca, presentado por la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida), señala que se registraron 89 755 hectáreas de cultivo de coca en 2024 en todo Perú.
- La cantidad de hectáreas registradas en áreas protegidas y sus zonas de amortiguamiento suman 14 102.
- El reporte también da cuenta del crecimiento de cultivos de coca en las zonas de monitoreo de Amazonas, en la Amazonía, y San Gabán, en Puno.
- En los territorios indígenas amazónicos se han reportado 12 274 hectáreas de cultivos de hoja de coca.
Por: Yvette Sierra Praeli / Mongabay Latam
El último reporte oficial sobre cultivos ilícitos de hoja de coca en Perú ofrece un panorama complejo sobre lo que está sucediendo con esta planta en el país, cuyo destino es la elaboración de clorhidrato de cocaína para un mercado mundial con un consumo creciente de la droga.
Las cifras del informe de Monitoreo de Cultivos de Coca 2024, presentado el 27 de junio por la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida), dan cuenta de una disminución en la cantidad de hectáreas destinadas al cultivo ilícito de coca en Perú, con una variación de 3029 hectáreas menos para el último año, considerando que en 2023 se reportaron 92 784 hectáreas de cultivos de coca y para 2024 fueron 89 755.

Sin embargo, el mismo reporte informa sobre el incremento de estos cultivos en algunas zonas del país, como las regiones de Puno y Amazonas, así como la presencia de cultivos de coca en 15 áreas naturales protegidas y sus zonas de amortiguamiento, con un total de 14 430 hectáreas.
El informe de Devida indica que también hubo un incremento de las zonas de producción de coca, mientras que en 2023 se habían identificado 21 lugares de cultivos ilícitos de coca, en 2024 la cifra subió a 24 sitios en todo el país.
“Creo que el informe de Devida está muy acotado a un tema, área de cultivo, y deja de lado el resto de las acciones antinarcóticos”, dice Ricardo Soberón, ex presidente ejecutivo de la Comisión Nacional para el Desarrollo de una Vida sin Drogas (Devida).
Soberón señala que el informe de Devida demuestra que en las zonas donde han aumentado la cantidad de hectáreas dedicadas al cultivo de coca son sitios con dos características: son zonas de frontera y son lugares donde hay minería ilegal. “La producción de cocaína ha aumentado, la actividad de las organizaciones criminales internacionales ha aumentado, se ha sofisticado y se ha diversificado”, comenta.

Un día antes del informe de Devida, se publicó el Informe Mundial sobre las Drogas 2025 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), un documento que muestra un aumento de la producción de cocaína en el mundo hasta 2023. “La producción, incautaciones y consumo de cocaína alcanzaron nuevos máximos en 2023, convirtiéndose en la droga ilícita con mayor crecimiento de mercado. La producción ilegal se disparó a 3708 toneladas, casi 34 % más que en 2022”.
Áreas protegidas y pueblos indígenas
El reporte de Devida también analiza dos sectores importantes del territorio peruano: las áreas naturales protegidas y los territorios indígenas. Según el estudio, hay 15 territorios protegidos afectados con superficie cultivada con coca.
En la mayoría de los casos, los cultivos están en las zonas de amortiguamiento. Sin embargo, en seis de ellos se han registrado cultivos de coca dentro del área protegida: en el Parque Nacional Bahuaja Sonene; en las reservas comunales El Sira, Huimeki y Yanesha; en el Coto de Caza Sunchubamba; y en el Bosque de Protección San Matías-San Carlos.
Además de las áreas protegidas nombradas, se han ubicado cultivos de coca en las áreas de amortiguamiento de los parques nacionales Cordillera Azul, Tingo María, Manu, Río Abiseo y Sierra del Divisor. También, en las reservas comunales Amarakaeri, Asháninka y Tambopata, así como en el Santuario Histórico de Machu Picchu.

“Un elemento preocupante es la presencia de 14 102 hectáreas de coca en zonas de amortiguamiento de áreas protegidas, y es ahí donde el narcotráfico encuentra un espacio privilegiado”, señala Soberón.
El reporte indica que en 2024 se reportaron 328 hectáreas de cultivos de coca dentro de áreas naturales protegidas, una cifra ligeramente menor a 2023, cuando se reportaron 414 hectáreas.
En cuanto a las zonas de amortiguamiento la cifra alcanza 14 102 hectáreas en 2024, apenas 241 hectáreas menos que en 2024, cuando se encontraron 14 343. “Tanto en las áreas protegidas como en sus zonas de amortiguamiento la afectación representa el 16 % de la superficie nacional”, indica el reporte.
Entre todas las zonas protegidas, el Parque Nacional Bahuaja Sonene es el más afectado, con 264 hectáreas dentro del área bajo protección afectadas por cultivos de coca y 5581 hectáreas en su zona de amortiguamiento, en total son 5845 hectáreas con cultivos de coca en este parque nacional. La Reserva Comunal El Sira también tiene cultivos tanto dentro como fuera del área protegida, con un total de 914 hectáreas impactadas.
En cuanto a la cantidad de hectáreas ubicadas en zonas de amortiguamiento, el Parque Nacional Cordillera Azul lidera la lista con 2915 hectáreas. Le sigue la Reserva Comunal Asháninka, con 1528 hectáreas. En tercer lugar está el Parque Nacional del Manu, con 1004 hectáreas.
Luego se encuentra el Parque Nacional Río Abiseo, con 777 hectáreas; y en quinto lugar la Reserva Comunal Amarakaeri, con 386 hectáreas. El Santuario Histórico de Machu Picchu, el ícono del turismo y la historia del Perú, no escapa a los impactos de los cultivos de coca, pues tiene 353 hectáreas en su zona de amortiguamiento afectadas, ubicándose así en el sexto lugar de la lista.

Otras de las denominadas zonas especiales consideradas en el informe son los territorios indígenas. Según el estudio, en 2024 se registró un total de 12 274 hectáreas de superficie cultivada con arbusto de hoja de coca dentro de 252 comunidades, principalmente en regiones amazónicas. “Esta cifra representa el 14 % del total nacional de cultivos de coca monitoreados”, señala el estudio.
El análisis presenta cuatro grupos diferenciados de comunidades de acuerdo a la magnitud de la superficie cultivada. El primer grupo lo forman 28 comunidades nativas que presentan cultivos de coca por primera vez en los últimos cinco años de monitoreo, es decir, entre 2020 y 2024.
Un segundo grupo comprende 32 comunidades nativas donde la superficie con coca se mantiene relativamente estable. Mientras que un tercer grupo está compuesto por 90 comunidades nativas que reportan disminuciones en la superficie de hoja de coca. El cuarto grupo lo forman 102 comunidades nativas que registran aumentos en la extensión de cultivos de coca.
El estudio también detalla que las comunidades nativas donde se concentra la mayor cantidad de cultivos de coca se ubican en seis zonas de producción: Aguaytía, Amazonas, Bajo Amazonas, Pichis-Palcazú-Pachitea, Putumayo y VRAEM (Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro).

“Claramente las comunidades nativas son las más impactadas. Nosotros hicimos una lista de 25 comunidades que deben ser atendidas con urgencia”, señala Luis Hallazi, consultor en incidencia sobre territorios indígenas del Instituto del Bien Común (IBC), quien también participó en el informe Narcotráfico en territorios indígenas de la Amazonía peruana, publicado recientemente por Amazon Watch y el IBC.
Carlos Figueroa, director ejecutivo de Devida, señala que los cultivos ilícitos en zonas de comunidades campesinas, comunidades nativas y reservas indígenas han tenido un decrecimiento “no solo por las acciones que venimos desarrollando, sino por la férrea decisión de estas comunidades y sus líderes de no permitir que el narcotráfico avance en esas zonas”.
Según el estudio, en 2024, la superficie total cultivada con coca en estos espacios fue de 16 466 hectáreas, mientras que en 2023 llegó a 17 434 hectáreas. Sin embargo, el mismo estudio precisa que la mayor reducción ocurrió en las comunidades campesinas.

Las reservas indígenas para pueblos en aislamiento y contacto inicial también presentan cultivos de coca con una superficie de 452 hectáreas en 2024 en dos reservas establecidas —Kakataibo Norte y Sur y Sierra del Divisor Occidental—, así como las zonas correspondientes a las solicitudes de creación de las Reservas Indígenas Atacuari y Tamaya-Abujao.
Las zonas de crecimiento de cultivos de coca
De las 24 zonas bajo monitoreo de Devida, 13 presentan un aumento en la cantidad de hectáreas de cultivo de coca y tres de ellas han sido evaluadas por primera vez. Cotuhé, en el distrito de Yaguas, en el Putumayo, en Loreto; Fitzcarrald, en el distrito del mismo nombre en la provincia de Manu, en Madre de Dios; y Tigre, en el distrito del mismo nombre, también en Loreto, entraron a la lista de lugares donde se cultivó coca de forma ilícita en 2024. Entre las tres zonas la cantidad de cultivos de coca reportados suman 198 hectáreas.
Otro de los lugares donde han crecido los cultivos de coca es en el sector de Amazonas. En este caso, el territorio evaluado corresponde a los distritos de Nieva, en Condorcanqui e Imaza, en Bagua, ambos en la región Amazonas, a las que este año se suma Datem del Marañón, en la región Loreto. En esta zona el monitoreo registra presencia de cultivos de coca desde 2021 y en los últimos tres años ha estado en ascenso.

Las imágenes presentadas por Devida muestran una concentración alta de las hectáreas de cultivos de coca cercanas a los ríos. Según el informe de Devida, esta zona “ha pasado de 895 hectáreas en 2021 a 1718 hectáreas en 2024, con un crecimiento acumulado de 824 y una variación de 92 %”.
En el caso de Nieva, en Condorcanqui, los reportes vienen desde el año 2021, en Imaza, Bagua, apenas empezó en 2023, mientras que en Datem del Marañón el primer reporte se ha dado recién en 2024.
El informe Narcotráfico en territorios indígenas de la Amazonía peruana también incluye la región Amazonas como uno de los “cuatro frentes importantes” de la presencia del narcotráfico. En esta región también hay una creciente presencia de minería ilegal en ríos.
“Eso demuestra que existe un peligrosísimo acercamiento entre dos economías extractivas ilícitas, así como una mimetización de las dos actividades en la base social, es decir, en la extracción del oro y el cultivo de la coca”, señala Soberón.

Durante la reunión con la prensa, luego de la presentación del informe, Carlos Figueroa, presidente ejecutivo de Devida, señaló que las zonas que han tenido mayor crecimiento son Amazonas y San Gabán, en Puno. “Básicamente [son] dos zonas donde hay también una vinculación con la minería ilegal. Entonces, se ve ahí un poco la articulación con esa actividad incipiente”.
Figueroa señala que se ha instalado una oficina en la zona de Amazonas para “atender de manera directa el avance del fenómeno”. Menciona, además, que las entidades del Estado están desarrollando acciones integrales en la zona para reducir los impactos.
“Es importante y relevante ver la problemática en su conjunto. No podemos decir que simplemente la prevención lo va a solucionar. Sabemos que es un problema complejo, multifactorial y esto necesita una respuesta integral”, señala el director ejecutivo de Devida. “Tiene que ser un ataque central a la causa del problema, que es el modelo de negocio”, agrega.
Otro de los sectores de cultivos de coca que está en crecimiento es San Gabán, zona conformada por varios distritos, en las provincias de Quispicanchi, en Cusco; Manu y Tambopata, en Madre de Dios; y Carabaya, en Puno. En los últimos tres años, este sector de monitoreo ha ido en aumento. Así pasó de 1212 hectáreas en 2022 a un total de 1294 hectáreas para 2023; y en 2024 llegó a 1693 hectáreas.
En términos generales, en 2024, los cinco distritos presentan incrementos en la extensión de la superficie con coca en producción, con cifras que fluctúan entre 1 y 309 hectáreas, indica el informe de Devida.

Las zonas de frontera son otra preocupación en cuanto a cultivos de coca. Al sector de Amazonas, cerca de la frontera con Ecuador, se suma el Putumayo, límite con Colombia; la Triple frontera, en la intersección con Colombia y Brasil; y al sur, los sectores de Inambari, Tambopata, Tahuamanu y San Gabán.
Sobre este tema, Figueroa señala que los resultados del último monitoreo permiten ver que los cultivos de coca justamente se están yendo “hacia zonas donde no hay presencia del Estado, donde no hay densidad poblacional, donde están afectando al medio ambiente”. Sin embargo, el funcionario de Devida indica que este avance “no es masivo”.
Leonardo Correa, coordinador regional de UNODC, comenta que “estamos en un momento en el que el crimen se está convirtiendo cada vez más en un asunto transnacional, no solamente en la región, sino a nivel global”.
El funcionario de las Naciones Unidas señala que esto está sucediendo no solo con las drogas sino también con el oro. “Esa necesidad de llevar cocaína a otros lados del mundo está creando un escenario propicio para el tráfico transnacional. Es una tendencia no solamente en la región Andina, en el cono sur, sino es una tendencia global”, agrega.
Tomando como base el informe mundial de UNODC, Correa señala que a nivel global se ha dado un aumento en la producción de cocaína que en 2023 llegó a 3078 toneladas. “Esto está clarísimamente influenciado por la cantidad de hectáreas sembradas con cultivo de coca en Colombia, Perú y Bolivia”.
Sin embargo, Correa menciona que hay un elemento clave a tomar en cuenta, y es que los cultivos no solamente están en estos países, sino que se están expandiendo. Concluye: “La mayoría de los cultivos siguen estando en la región Andina, pero ya tenemos cultivos en Centroamérica y en otros países de Sudamérica”.
Imagen principal: cultivos de coca en la Amazonía peruana Foto: UNODC/Devida
El artículo original fue publicado por Yvette Sierra Praeli en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
Si quieres leer más noticias ambientales en Latinoamérica, puedes revisar nuestra colección de artículos. Y si quieres estar al tanto de las mejores historias de Mongabay Latam, puedes suscribirte al boletín aquí, unirte a nuestro canal de WhatsApp o seguirnos en Facebook, X, Instagram, Tiktok y Youtube.