¿Por qué un paracetamol puede terminar costándote más de 150 soles? ¿Por qué una clínica «no puede» reducir más los precios de sus atenciones? ¿Por qué jamás, señor ministro de salud, fue la salud más mortal?
El esquema se llama «integración vertical» y lo han explicado, esta semana, muy bien, los periodistas Alonso Ramos y Paolo Benza.
Pero la idea es que esto lo entienda hasta un congresista. Porque el Congreso –vale la pena soñar– podría enfrentar este problema. Así que voy a redundar, solo para asegurarnos que todos estamos en el mismo punto de partida.
Empecemos con un caso muy sonado por estos días.
Con esta comparación, una clínica pretendió descalificar la denuncia (que calificó de «fake news«) del periodista Miguel Ugaz. Unas ampollas de paracetamol podían llegar a costar más de mil soles.
La clínica aclaró el precio con este comunicado. Miren el punto 3.
Por precio «Kairos» se refieren al precio que fija una revista especializada del sector llamada así. Esa es la gran coartada. Se supone que la revista se limita a consignar los precios que le envían los laboratorios y eso es, técnicamente, cierto.
La jugada es esta: los laboratorios siempre venden «con descuento». Siempre. A farmacias y clínicas.
¿Por qué? Ya lo verán.
Vamos al punto 5 del comunicado. Se corresponde con la penúltima columna de la primera imagen. Allí, ustedes pueden ver una larga lista de «descuentos» que la clínica piadosamente otorga. Unos descuentos alucinantes de más del 50% que no tienen nada que ver con si estás asegurado o no (esa es otra columna, la 4). ¿Se trata acaso de la magnanimidad de la clínica?
Por supuesto que no.
Es muy sencillo: si siempre hay descuento, no estás descontando nada, ¿verdad? El precio real es otro. De esta forma, el precio de venta al público siempre es inferior al Kairos y, a la vez, siempre superior al real. Esta burda pantomima entre laboratorios y clínicas es bien conocida por todos en el sector médico y, por supuesto, también por el Estado.
En el caso de nuestro ejemplo, parte del descuento sí fue trasladado al paciente. Es decir, la penúltima columna sirvió para sincerar un poco los precios y acercarlos –solo acercarlos– a su valor real (que se puede consultar en el buscador de Digemid).
Pero no todos tienen tanta suerte. ¿Qué hubiese pasado si el paciente no tenía seguro?
Aquí es cuando tenemos que ir al punto 4 del comunicado: el «valor de cobertura». O sea, el seguro.
Sí. Seguros. Las aseguradoras es clave para entender a las clínicas. De hecho, suelen ser lo mismo.
Esa es la famosa «integración vertical«, prohibida expresamente en países como Colombia: un solo grupo económico es dueño de toda la cadena de «producción». Las aseguradoras poseen clínicas, centros de diagnóstico, laboratorios, farmacias, lo que sea necesario. A su vez, en unos casos muy notables, esas aseguradoras, le pertenecen a bancos.
¿Cómo así?
Aquí Paolo Benza lo explica mejor que yo:
La integración vertical le permite a los grandes grupos competir dándoles beneficios a los afiliados para que se atiendan en sus clínicas.
Y el canal ideal para eso es el de las consultas médicas.
Estas suelen ser el primer contacto del paciente con la clínica. Es, digamos, el canal por el que la empresa capta a su cliente.
Allí se juega al precio. Las aseguradoras ofrecen una prima preferente para sus clínicas, y eso tira al piso el precio ‘nominal’ de las consultas. Para ellas da igual: es $$ recirculando entre sus subsidiarias.
Exacto. Los dueños de la salud aprovechan que controlan el mercado y le pagan menos a sus doctores. ¿Para qué? Para engancharte.
Ok, pero entonces, ¿dónde ganan plata?
Ya lo vas adivinando.
El cuadro es de 2015 pero en este artículo del año pasado la cosa continuaba igual: «la mitad de la facturación del sector proviene de los ingresos por farmacias«.
El paciente de la clínica, desesperado, suele pagar lo que sea por la medicina que supuestamente el seguro te va a «descontar». Ese precio siempre es mayor al real. Y si no estás asegurado en la red de esa clínica es mucho peor. Allí ya no hay «descuento de cobertura» y el precio puede alcanzar el infame «Kairos».
Mario Ríos, de la asociación “Justicia en Salud” le dijo a Alonso Ramos de Hildebrandt en sus Trece:
“Con el esquema de integración vertical la aseguradora ya no se preocupa de que el asegurado reciba un servicio idóneo y ya no audita a la clínica porque se trata del mismo propietario. Se presta a la manipulación y a que se inflen los precios”.
Absolutamente nada de esto es nuevo. Todo se viene denunciando desde hace años, sin que algo haya cambiado. Fabiola Torres lo dejó claro en una impresionante investigación hace años.
Antes de terminar, quiero mencionar los casos notables de los que les hablé líneas arriba. Y solo algunas marcas asociadas:
- Grupo Romero. Banco: BCP. AFP: Prima. Aseguradora: Pacífico Seguros. Clínicas: San Felipe y la Red Sanna (El Golf, San Borja, Oncocare, etc.) Laboratorios: Análisis Clínicos ML (Precisa), Laboratorios Roe. De paso, otra de sus múltiples ramas, Alicorp, lucha contra los octógonos (casi diría que para asegurarse de que necesites usar sus servicios de salud).
- Grupo Breca. Banco: BBVA. Aseguradora: Rímac. Clínicas: Internacional (tres sedes y cuatro centros médicos). De paso, otra de sus múltiples ramas tiene los centros comerciales de La Rambla, que ya abrieron para que puedas aglomerarte bien bonito con todos los contagiados.
- Grupo Intercorp. Banco: Interbank. Aseguradora: Interseguros. Farmacias: Inkafarma, Arcángel y MiFarma (es decir, el 83% de las farmacias del país). Laboratorios: Quilab y Cifarma. Distribuidora: Química Suiza (que distribuye a las farmacéuticas Abbot, Bayer, Novartis, Merck y Reckitt Benckiser).
Estos son solo los grupos más notorios. Todas las clínicas más o menos grandes tienen su propio esquema de integración vertical (sus propios seguros, sus propios laboratorios, etc.).
Y si se están preguntando si alguna vez verán todo esto en su canal favorito, les informo que Latina le pertenece a Enfoca, socia de Oncosalud. Juntas, manejan la red Auna, dueña de la lujosa Clínica Delgado en Miraflores y de la cadena de laboratorios Cantella.
Pero me he equivocado en el título. La integración vertical no es la enfermedad. Es solo un síntoma. Todo esto es solo la punta del iceberg de lo que está mal con el negocio de la salud en el Perú.
Como ocurre en todos los otros derechos básicos violados por los privados (educación, transporte, etc.) esto solo ha sido posible gracias a un Estado que ha hecho abandono absoluto de sus responsabilidades como garante del derecho a la salud.
Pero mientras el Estado soluciona su sistema, se necesitan cambios a corto plazo. Prohibir la integración vertical en el rubro salud sería un inicio. Darle más competencias a Susalud para fiscalizar, podría ser otro. Darle vitaminas a Indecopi, un tercero. Espero haber sido suficientemente claro como para que aunque sea un congresista pueda, quizás, aplicar la vacuna.