- Si bien la conferencia climática de Brasil será recordada como la cumbre de la movilización de los pueblos indígenas, también mantuvo en exclusión a estas poblaciones de los espacios de negociación.
- Especialistas y observadores de las negociaciones climáticas destacan que se perdió la oportunidad de sumar el conocimiento indígena a las soluciones climáticas, pese a que se les nombra en dos documentos oficiales.
- Pueblos indígenas y afrodescendientes destacan algunos avances en el reconocimiento de sus territorios, pero sin la mención a los combustibles fósiles en los acuerdos oficiales ven un panorama complicado para sus comunidades.
- Independientemente de los acuerdos adoptados por la COP30, los Estados deben impulsar acciones y metas climáticas más ambiciosas desde sus regiones, advierten expertos.
Concluyeron las negociaciones de la COP30, en Belém, Brasil, una cumbre climática marcada por una intensa movilización de los pueblos indígenas —principalmente de la Amazonía—, comunidades afrodescendientes y actores sociales que desde antes de la conferencia buscaron poner en el centro de la conferencia a quienes resguardan los territorios clave frente a la crisis climática y sus posibles soluciones.
Si bien esta cumbre será recordada como la COP de los pueblos indígenas, algunos de sus representantes, ambientalistas y organizaciones sociales advierten que este espacio también mantuvo la exclusión contras estas poblaciones en la toma de decisiones, además de ignorar sus principales exigencias: reconocimiento a sus territorios y cancelación de megaproyectos (especialmente fósiles), inclusión en las mesas de negociación y acceso directo al financiamiento climático.
La participación histórica de pueblos indígenas que tuvo la COP30 —con más de 3000 representantes en las diferentes zonas de la cumbre— fue parte de la articulación de organizaciones y comunidades con autoridades brasileñas, casi dos años antes de la cumbre, con el objetivo de que la ciencia y el conocimiento ancestral indígena se unieran en soluciones y acuerdos.
A esta organización se sumaron las caravanas indígenas, como la Flotilla Amazónica Yaku Mama, que navegó más de 3000 kilómetros para llevar las mismas exigencias a Belém. También se movilizaron decenas de miles de personas en esta ciudad amazónica para exigir medidas urgentes por la justicia climática.
Incluso, las protestas salieron del protocolo cuando representantes de pueblos indígenas irrumpieron en la zona azul de la cumbre —el área donde solo se permite la entrada a delegaciones oficiales, funcionarios, observadores y prensa acreditada— para exigir espacios en las mesas de negociación y días después bloquearon el acceso a las instalaciones intentando ser escuchados.
Sin embargo, nada de esto se tradujo en una influencia directa. Pese a toda la movilización y visibilidad que tuvieron, no formaron parte de las negociaciones ni de las decisiones tomadas en la COP30.
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Conocimiento indígena, una oportunidad perdida
Las negociaciones climáticas dieron algunos pasos para reconocer, por primera vez, los derechos territoriales de los pueblos indígenas y afrodescendientes ante la crisis climática.
Por un lado, el programa de trabajo para la Transición Energética Justa reconoció en uno de sus párrafos el consentimiento libre, previo e informado, así como la autodeterminación de los pueblos indígenas.
También se encuentran presentes en la declaración del acuerdo global Mutirão, un pronunciamiento político que resume las acciones de la cumbre y contempla temas que no eran oficialmente parte de las negociaciones.
Para Florencia Ortúzar, directora del Programa Clima de la Asociación Interamericana para Defensa del Medio Ambiente (AIDA), si bien esto representó un avance, se perdió la oportunidad de llevar el conocimiento de las comunidades indígenas a las negociaciones de alto nivel.
“Se perdió la oportunidad de que pudieran ser más influyentes en las negociaciones y pudiéramos aprovechar su sabiduría, tal como dicta la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH)”, dice la especialista a Mongabay Latam en referencia a la opinión consultiva hecha por este organismo en julio de 2025, que reconoció por primera vez el derecho a un clima sano como una medida para enfrentar la emergencia climática y al mismo tiempo el derecho a la ciencia y el reconocimiento de los saberes tradicionales e indígenas.
Especialistas del Centro para el Derecho Ambiental Internacional (CIEL) coinciden en que el mecanismo de transición justa es una victoria para pueblos indígenas, pero que no puede coexistir con la expansión de los combustibles fósiles, un tema que quedó fuera de los documentos oficiales.
Gisela Hurtado, abogada y coordinadora de campañas por la Amazonía en Stand.earth, sostuvo que la COP30 “no logró tomar la decisión histórica que el mundo necesitaba”, una eliminación progresiva de los combustibles fósiles.
“Una transición verdaderamente justa debe mantener los combustibles fósiles bajo tierra, proteger a los pueblos indígenas mediante zonas de exclusión y defender la autodeterminación como un pilar no negociable para la acción climática”, consideró.

Voces indígenas y afrodescendientes evalúan el papel de la COP30
Representantes de pueblos indígenas que acudieron a Belém destacaron la mención del consentimiento libre, previo e informado en uno de los acuerdos climáticos, ante la expansión de la industria de los combustibles fósiles, la extracción de minerales para la transición energética y los proyectos de energías renovables a gran escala, los cuales también, sostuvieron, han llegado a violar los derechos humanos de comunidades.
“Esta decisión nos brinda herramientas para seguir abogando, tanto a nivel nacional como internacional, para garantizar que todas las políticas relacionadas con la transición energética respeten nuestros derechos”, consideró Emil Gualinga, representante del pueblo kichwa de Sarayaku, en Ecuador.
Pese a algunos avances en las negociaciones de la COP30, para Nadino Calapucha, joven kichwa y presidente de la organización Tu Amazonía, en Ecuador, la cumbre ha sido decepcionante al no hablar de una salida de los combustibles fósiles ni de las reparaciones a los territorios afectados por esta industria.
“El tema de combustibles fósiles para los amazónicos era una agenda prioritaria, sin embargo esto no ha avanzado. Hemos perdido esa gran oportunidad cuando no tenemos mucho tiempo. Nos hemos encontrado una vez más en esta COP en un callejón sin salida”, dice Calapucha a Mongabay Latam.

Sin embargo, el líder kichwa señala que la cumbre climática fue también un escenario donde conectó con realidades de otros pueblos y culturas de la Amazonía que resisten a los mismo tipos de amenaza en sus territorios.
Además, insiste en que las victorias para los pueblos indígenas no vienen necesariamente de los Estados, pese a sus obligaciones ante la crisis climática, por lo que han buscado espacios para articularse con otros actores.
Por ejemplo, en esta COP30, Calapucha participó en el lanzamiento del Fondo Wao Yasuní, una iniciativa que combina la recaudación de fondos globales con un fideicomiso comunitario administrado por el pueblo amazónica Waorani, cuya población dejó de estar en aislamiento voluntario con la explotación de petróleo en sus territorios sin ser consultados.

El objetivo del proyecto es crear un puente financiero directo entre los donantes y los proyectos de conservación y desarrollo en territorio para garantizar los medios de vida de la población Waorani.
“Sentimos que el tiempo se nos va. La Amazonía está en un punto de no retorno y tenemos que actuar. Si los gobiernos no dan respuestas concretas, los pueblos sí dan respuestas y no nos vamos a cansar, vamos a seguir luchando”, sostiene.
La población indígena y afrodescendiente brasileña también logró reconocimientos históricos dentro de la COP30. Por un lado fueron mencionadas por primera vez en documentos oficiales de negociación climática, en los que se destacó su papel en la protección del bosque amazónico y otros ecosistemas clave para combatir el cambio climático.
Incluso, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, otorgó títulos de propiedad a 28 comunidades quilombolas (territorios afrodescendientes de personas descendientes de esclavos que utilizaron el bosque como refugio) en 14 estados de Brasil.
Sin embargo, la violencia también se hizo presente en territorios indígenas guaraní y kaiowá, en el estado de Mato Grosso del Sur, donde el líder indígena Vicente Fernandes fue asesinado el pasado 20 de noviembre, cuando aún se realizaba la COP30.
En 2024, Brasil fue el cuarto país con más casos de defensores del territorio asesinados, con 12 casos, de acuerdo con el informe de la organización internacional Global Witness.
Para Fábio Nogueira Coelho, habitante del Territorio Quilombola Menino Jesus, la cumbre climática representaba la posibilidad de mostrar el aporte de su comunidad a la conservación y el acceso a financiamiento que les permita conservar mejor el territorio.
“Nuestro papel aquí es proteger y nunca hemos podido llegar a la COP para mostrarle al mundo lo que ya hemos estado haciendo: proteger, cuidar la naturaleza”, dice Nogueira a Mongabay Latam, luego de que su comunidad luchó por 20 años para el reconocimiento de sus territorios, pero donde actualmente enfrentan la imposición de un relleno sanitario que pone en riesgo sus proyectos agroforestales.

Ruta contra la deforestación, una posible victoria silenciosa
Uno de los temas que generó mayor expectativa durante la COP30 fue la hoja de ruta de los países para abandonar progresivamente los combustibles fósiles. Si bien la iniciativa no se vio reflejada en los acuerdos finales, se presentó como un procedimiento voluntario apoyado por más de 80 países.
Lo mismo sucedió con una hoja de ruta para frenar la deforestación. Ortúzar destaca que esta segunda hoja de ruta podría ser también valiosa para los pueblos indígenas si los países que apoyaron la salida de combustibles fósiles también se suman a esta iniciativa.
“Esta podría ser una súper ganancia para los pueblos indígenas en la COP, la protección de un roadmap para detener la deforestación”, explica la especialista Ortúzar.
La defensora explica que estas hojas de ruta son ejemplos de cómo los países deben impulsar políticas climáticas fuera de los acuerdos que se logran dar por consenso en la COP.
“Los países tienen que seguir empujando su propio aporte a resolver la crisis climática y está súper claro que gran parte va por apoyar a los pueblos indígenas en las comunidades locales”, destaca Ortúzar.

Un ejemplo también es el Fondo Bosques Tropicales para Siempre, la propuesta de Brasil para que los países que conserven sus bosques tropicales reciban pagos por hacerlo. De acuerdo con la propia iniciativa, se busca que el 20 % de los recursos se destinen a los pueblos indígenas.
Sin embargo, su implementación enfrenta desafíos. Mauricio Voivodic, director ejecutivo de WWF Brasil, explica que el fondo aspira a movilizar 125 000 millones de dólares bajo un esquema de inversiones de gobiernos y filantropías que actúan como “capital de riesgo” y debería atraer a inversionistas privados pero con reglas estrictas para garantizar que las inversiones no terminen alimentando actividades extractivas.
El fondo solo entregará recursos a los países que demuestren, con sistemas de monitoreo confiables, que lograron reducir la deforestación año con año. Algo que puede ser complejo para países que no tienen suficiente infraestructura para sus monitoreos.
Desde la coordinación de campaña de Greenpeace, Hernán Giardini añade otro desafío: evitar que el fondo se convierta en una nueva forma de greenwashing.
“Lo que nos preocupa como organización es que esto permita algún tipo de greenwashing en la que entren corporaciones extractivistas. Que ese fondo de protección de los bosques no sea a cambio de seguir contaminando o seguir generando extractivismo de ciertas corporaciones que a veces utilizan estos mecanismos”, dice a Mongabay Latam.
Imagen principal: la Presidencia de la COP30 no logró impulsar hojas de ruta para el abandono de combustibles fósiles ni freno a la deforestación. Foto: cortesía UNclimatechange
El artículo original fue publicado por Gonzalo Ortuño López en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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