Mientras el gobierno chino se empeña en formar relaciones cercanas con algunos de nuestros políticos locales, la influencia que ejercen sobre el resto de nosotros se vuelve cada vez más fuerte de una manera mucho más sutil que viajes pagados a la China.
Que en China hacen películas de propaganda no es novedad. De hecho, algunas de ellas han estado alcanzando récords de taquillas durante los últimos años.
‘La batalla del lago Changjin’, por ejemplo, retrata hechos históricos de una batalla en la que el ejército chino logró una victoria contra el ejército norteamericano en el contexto de su guerra con Corea en 1950. La película está registrada como la producción china más cara de la historia costando $200millones, y logró recaudar unos $633millones. Su éxito, quizá en parte, puede ser atribuido al apoyo ferviente del Estado chino, que consideró que “ver la película es un deber patriota”. Teniendo en cuenta que el partido comunista tiene unos 95 millones de miembros oficiales que a menudo están obligados a ver algunas producciones locales, allí nomás tienes una buena recaudación de taquilla.
Pero mientras el éxito de una película nacionalista producido en una nación con mil millones y medio de habitantes pueda parecer obvio, hay otro fenómeno contemporáneo de propaganda china colándose en la cultura occidental de una manera mucho más sutil. Durante los últimos años quizá hayan notado la tendencia de películas de acción gringas que incluyen personajes chinos interpretados por actores chinos que hablan en chino. Algunos ejemplos de esto son: ‘Pacific Rim 2’, ‘La gran muralla’, ‘Moonfall’, ‘Megalodon’ y ‘Megalodon 2’, películas en las cuales personajes chinos siempre son vitales para salvar el día, y nunca falta el comentario condescendiente acerca de la rudeza, crudeza y torpeza de la cultura occidental.
Lo que comenzó como un gesto por parte de las productoras gringas para fomentar el consumo por parte de la masiva audiencia asiática ha cobrado nuevos tonos ahora que hay empresas de producción y distribución chinas que operan a un nivel masivo internacional y, en algunos casos, son controladas directamente por el gobierno de China.
Eso también implica que las redes de distribución de películas extranjeras en China pasan por un proceso de selección y censura por parte de las agencias del gobierno. Para apelar a la audiencia masiva de mil millones y medio de espectadores, cada día Hollywood ajusta más su lente para enfocar un contenido que no vaya a ser rechazado por el Partido Comunista. En estos casos esto significa la censura de personajes LGBTQ o, como se mencionó antes, actores chinos hablando en chino sobre cómo los gringos son inútiles con banderas de China en el fondo. A veces puede ser realmente explícito.
Los gringos mañosos pagarán por sus pecados
Y aunque la complacencia de Hollywood al mercado chino pudiese llegar a fallar, hoy en día las productoras de cine chinas compiten a nivel internacional con películas altamente taquilleras en el mudo occidental. Por ejemplo, el China Film Group Corporation que es propiedad del Partido Comunista Chino ha financiado éxitos internacionales como ‘Pixels’ de Adam Sandler, ‘Warcraft’ dirigida por el hijo de David Bowie, y las joyas cinematográficas ‘Rápidos y Furiosos 7’ y ‘Rápidos y Furiosos 8’. Pensar que estas películas están siendo financiadas sin que su contenido esté siendo construido para servir al menos en parte como propaganda es absurdo.
Pero esta no es una práctica nueva ni particular de la potencia China. Si tomamos en cuenta el cine norteamericano más consumido en el occidente podemos notar que también está plagado de propaganda de patriotismo gringo. ‘Día de la Independencia’, ‘El Patriota’, ‘Salvando al soldado Ryan’ o básicamente cualquier película de guerra en la que los soldados norteamericanos definitivamente no cometen crímenes de guera.
De hecho, el departamento de defensa norteamericano a menudo ayuda a financiar o presta equipamiento militar para las películas que fomenten las ideologías impulsadas por el Estado norteamericano, que a menudo revuelven alrededor de conductas bélicas y espíritu colonialista. A menudo, esta concesión implica que el Estado norteamericano tenga el derecho a meter mano en los guiones. Algunas de las películas que oficialmente han pasado por este proceso son ‘Apollo 13’, ‘Top Gun’, ‘Black Hawk Down’, ‘Iron Man, ‘Iron Man 2’ y al menos la mitad de la cinematografía de Michael Bay (en especial la franquicia de Transformers).
Ahora que tenemos no sólo una sino dos mega-potencias mundiales compitiendo por la taquilla en su guerra de influencia cultural, quizá sea momento para tomarnos un segundo en analizar el contenido que consumimos y el propósito con el cual está hecho.
Mientras en Perú nuestro congreso busca promover leyes para desaparecer nuestro propio cine, China entiende que el llamado ‘soft-power’ de influencia cultural no es algo que debamos tomar a la ligera, considerando el potencial que este contenido tiene de ser influyente, tras haber sido casi militarmente diseñado para esparcir ideologías. Quizá tener consciencia del origen de estas películas nos ayuden a resistir su influencia, o incluso nos de un acercamiento casi transparente de sus estrategias de comunicación y los mensajes que intentan impulsar.
Si tienes interés en el tema, te recomiendo ver ‘La gran muralla’, protagonizada por Matt Damon y Pedro Pascal quienes interpretan a dos aventureros occidentales que llegan a China en busca de pólvora. Una vez allí aprenden lecciones culturales sobre cómo los occidentales serían demasiado irresponsables como para que se les confíe el uso de la pólvora. En realidad los mensajes nacionalistas chinos en esta película son tan explícitos que si la ves con la intención de captarlos, es una experiencia muy divertida. Es también gracioso y una estrategia obvia que hayan escogido a dos protagonistas occidentales cuando el resto del elenco son actores chinos hablando en chino en una película situada en China.
Esta tendencia de películas impulsadas por el Partido Comunista sigue creciendo, así que tenemos mucho más que esperar durante los próximos años. Ojalá su propaganda se vuelva un poco más sutil, nomás.
Ray Ray Paprika (a) «Rafael Gutiérrez» es periodista y crítico de medios.